La Nueva Exploración del Espacio en Geografía.
La Nueva Exploración del Espacio en Geografía.
Luis Ignacio Hernández Iriberri.
[20 abr 20]
Los fenómenos estudiados en su faceta espacial como “estados de espacio”, hemos dicho, supone su propia teoría. Así, pudiera haber la tentación aún en los “geógrafos fenomenistas” de ver en esa dialéctica de la “forma de existencia” (el espacio) y las “formas de movimiento” (los fenómenos), un nuevo arreglo en la vuelta a su planteamiento de la geografía como “ciencia del estudio de la localización y distribución de los fenómenos, de sus causas y relaciones”, pues en última instancia, ciertamente y sin que pudiera ser de otra forma, están ahí el espacio y los fenómenos en su relación dialéctica. Pero el esencial avance aquí, en esta nueva definición de la geografía, consiste precisamente en que la síntesis de la unidad dialéctica espacio-fenómenos, se expresa como la unidad dialéctica en la contradicción entre el espacio y los “estados de espacio”: esto es, la unidad dialéctica de ese “algo” que es el vacío relativo (al que denominamos como “vacuum”), entendido como un estado de espacio general, y los fenómenos estudiados ahora como estados de espacio particulares en las propiedades y leyes de la propia teoría del espacio, y no bajo otras teorías que corresponden a los fenómenos en la investigación de los especialistas de ellos.
Ese “estudio de los fenómenos” en geografía es sólo por cuanto al estudio de su faceta espacial (sin confundir aquí el concepto de “faceta” exclusivamente con “forma”, a manera como ocurrió con el concepto de “morfología”), prescindiendo de todas sus demás propiedades, objeto de estudio éstas de las ciencias especializadas en ellas. El fenómeno como tal, en todo lo que hay en él de concreto en la riqueza de sus posibles infinitas facetas, es tomado en geografía en la abstracción (en la separación) de su faceta espacial. Esa faceta espacial es lo que se convierte a su vez en el estado de espacio concreto con sus propias y posibles infinitas facetas, en un momento dado, objeto particular de estudio de la geografía.
Hay aquí la posible acusación de “reduccionismo”; es decir, de pretender reducir el estudio de los fenómenos, cada cual con sus propias leyes, a su comprensión como tales bajo las leyes espaciales (el sustituir sus leyes biológicas o económico-sociales por las leyes de la teoría del espacio); pero tal acusación será errónea en tanto que, de principio, lo que se está haciendo es negar el estudio mismo de los fenómenos, de cuya concreta realidad de conjunto únicamente separamos su análisis espacial para entender las propiedades y leyes del espacio. Y, antes, al contrario, la acusación de reduccionismo más bien lo es para esa “geografía fenomenista” actual que, diciendo “estudiar el espacio”, lo que realmente pretende estudiar son los fenómenos; es en esa “geografía fenomenista” donde realmente se da incluso un doble reduccionismo; primero en esa reducción teórica de los fenómenos a una noción de espacio por la definición del objeto de estudio de la geografía, y luego en esa reducción práctica del espacio entendido como estudio de los fenómenos como tales.
En la elaboración de la teoría de los estados de espacio, empecemos por su fundamento general filosófico. Una vez que en este proceso lógico, ordenado de lo simple a lo complejo y de lo general a lo particular, metódico y sistemático, partimos de la identidad de la categoría de “estado de espacio”, su estudio, en términos dialéctico materialistas nos impone descubrir en él su contradicción fundamental como los dos opuestos que en su negación mutua dan movimiento al objeto; descubrimiento el cual se logra al observar, primero, la contrariedad principal; es decir, los posibles opuestos de los cuales se va a estudiar luego su negación mutua en la contradicción como tal; para, finalmente, entender el proceso de su síntesis lógica; esto es, la manera en que un opuesto, en un momento dado dominante, se convierte en lo contrario de sí y se subsume en una condición más general y esencial.
Ahora, en los fundamentos particulares geográficos, la elaboración de la teoría de los estados de espacio supondrá, necesariamente, de acuerdo con el método de la ciencia, de ese mismo proceso lógico, ordenado en lo más posible de lo simple a lo complejo y de lo general a lo particular en forma metódica y sistemática, en un proceso hipotético-deductivo, partiendo de una teoría general del espacio en geografía. Podemos intentar, y de hecho se hace ineludible, el entrar en la elaboración particular de la teoría de los estados de espacio por el tratamiento mismo de éstos; pero de lo cual –como en la experiencia práctica nos ha ocurrido– sólo obtendremos una y otra vez el imperativo de la elaboración de las condiciones de partida en las formas generales para todo estado de espacio. O, dicho de otra manera, debe elaborarse primero una teoría general del espacio en geografía, de la cual se deriven lógicamente las propiedades de los estados de espacio particulares y las formas de su estudio. Esta es, ciertamente, una condición muy extraña al geógrafo concebido en sus antiguas formas fenomenistas, para el cual, en esa condición enciclopédica en que se entendía la geografía, todo el conocimiento le venía dado de la investigación científica que en realidad hace el especialista en el estudio de cada fenómeno; investigación científica que no hacía el geógrafo, ya porque por definición no estaría preparado para ello habiendo un profesional específicamente formado profesionalmente para ello, o que bien, aún intentándolo, incurría en una especie de usurpación de funciones (cuando no en cínico plagio intelectual burdamente justificado en la “estructura de una ciencia”) haciendo necesariamente mal o deficiente aquello que no sabía y no le correspondía; o más aún, en la paradoja de que haciéndolo muy bien, quizá mejor que el profesional mismo en ello, iba más allá falseando su propia identidad y haciendo todo menos geografía.
De ahí que la primera condición en este nuevo hacer de la geografía, sea nuestra formación en las nociones de la ciencia y el método de la misma, de lo cual, por esas razones históricas, carecemos en absoluto. En esto va el hecho de que no debemos esperar desde el primer momento las grandilocuentes elaboraciones de ecuaciones matemáticas[*] y rebuscados asuntos hechos deliberadamente complejos, por más que haya matemáticos, geodestas y geofísicos que bien pudieran trabajar esas complejas ecuaciones; pero estos especialistas estarán en lo suyo: en la medición precisa de la Tierra, como en el estudio de sus propiedades y leyes físicas; y lo propio a la geografía ahora, es hacer la nueva exploración del espacio, desde los preparativos como en los antiguos puertos, o en lo más actual, en los preparativos en las “Bases de Despegue”.
Empecemos, entonces, por entender por dónde y cómo entrar en el estudio del espacio en geografía. Esto es, por dónde y cómo entrar en el estudio del vacuum, determinado, para empezar, por la esfera terrestre.
En la imagen de portada: El espacio de México y sus “estados de espacio” litológicos. Mapa del autor del Blog, tomado de “Geografía Básica”; SMTHG,sc; México, 1994.
[*] Aquí la matemática se hace inevitable. Es ahora cuando se cumple esa afirmación de Bernardo Varen de mediados del siglo XVII de que la geografía es una “matemática mixta”, es decir, en los términos actuales, una “matemática aplicada”. Y en nuestra condición –justifiquémoslo elegantemente–, más que por capacidades intelectuales, por un hecho históricamente determinado, por lo cual no entendemos “ni un mm, ni un seg; ni un gr, o ni un bit o un pizca” de matemáticas, y tendremos que ir haciéndolo como “Dios nos de a entender” (conscientes de que “Dios no existe”, y por lo tanto...).