Del Capitalismo al Socialismo.

in #spanish5 years ago

Del Capitalismo al Socialismo

Luis Ignacio Hernández Iriberri
[12 abr 20]

     Se habla mucho del “capitalismo” y la “sociedad capitalista”, y de infinitos “diagnósticos "posmodernistas" del malvado capitalismo identificado con la obsoleta modernidad y todos sus aportes”, hechos por las diversas formas del revisionista “neomarxismo” (embusteros esquizofrénicos que se dicen “marxistas”, pero sin el “equivocado, viejo, caduco, superado y horrendo Marx”), pero sin que podamos entender de ello ni principio ni fin. Vágamente por capital lo que se entiende es la poseción de una fortuna económica. Ciertamente, esa fortuna económica suele asociarse al dinero, y verdad es que el dinero representa una forma del capital, pero la esencia de lo que debe entenderse por “capital”, es esa forma de relación social de producción entre la clase social burguesa apropiada de los medios de producción social, y el proletariado, poseedor de la fuerza de trabajo que bajo explotación vende al burgués.

     Así, el capitalismo, es la sociedad regida por la teoría de esas relaciones de producción basada en la explotación del trabajo asalariado (plusvalía); una sociedad en la que el carácter de la forma social de la producción, se contraría con la forma privada de apropiación de los medios de producción y de la producción misma. En el capitalismo todo se convierte en mercancía; todos los recursos naturales fuentes de materia prima, son convertidos en mercancía y devastados en aras de la “ganancia máxima”; y la principal de dichas mercancías, igualmente devastada y a partir de la que todo lo demás se mueve, es la mercancía “fuerza de trabajo”, que el trabajador intercambia por un salario, en una jornada en la que lo que produce vale mucho más de lo que él recibe en pago.

     Por oposición, se tiene al socialismo, en este caso, una sociedad regida por la forma de relación social de producción basada en la propiedad social, en la que, por lo tanto, los medios de producción (la tierra, el ganado, la maquinaria industrial, las fábricas) dejan de ser capital, los recursos naturale se convierten en las condiciones materiales de vida de la humanidad, y la “fuerza de trabajo” a su vez deja de ser mercancía, y, luego entonces, el trabajador deja de serlo en forma asalariada, ya no trabaja por un salario, sino para sí; su remuneración queda en forma estricta en función del trabajo invertido; es decir, lo que produce en forma colectiva, ya no lo produce como plusvalía en la ganancia de un capitalista, sino como un valor para el bienestar material y cultural de la sociedad de la que él forma parte. El desarrollo del capitalismo dado en función de la llamada “cuota de ganancia” (la mayor ganancia con respecto a la competencia dada la inversión en innovaciones tecnológicas), es suplido por una economía planificada, sin derroche en excedentes de producción antes destinados a la especulación y generador de las crisis de sobreproducción, por lo que el desarrollo deja de tener un carácter cíclico y desaparecen las crisis económicas recurrentes. Todo lo cual fue probado y quedó demostrado por setenta años de vida de la experiencia del socialismo en el siglo XX por la URSS, con todo y sus errores que le costaron la derrota en la Guerra Fría

     La transición del capitalismo al socialismo, es pues, la transición de la sociedad en donde los medios que producen para la sociedad (la tierra, las industrias, los huertos, las granjas, la ganadería extensiva, etc); y la producción social misma que no pertenecen a aquel mismo que los trabaja y produce, pasan del capitalista que se ha apropiado todo ello, al Estado en tanto administración de los reales intereses generales de la sociedad. Hay en ello, en consecuencia, tanto una transición de las formas económicas de una producción de mercancías y comercio de mercado (fases de modelos económicos capitalistas), a una producción de bienes de uso en un comercio de intercambio planificado; como una transición de las formas políticas de organización social, monárquica, dictatorial, o democrática (fases de evolución republicana –de res, cosa, asunto; y publis, pueblo– o de los asuntos del pueblo), a cada vez una mayor y real democracia.

     Analizaremos aquí esa combinación de la evolución de los modelos económicos capitalistas, con la evolución de las formas de organización republicana, cosa que tiene su origen con el fin de las monarquías a partir de fines del siglo XVIII; momento en el cual el modo de producción capitalista, pasa de su modelo económico mercantilista, a su modelo económico liberal, que se desarrollará a lo largo del siglo XIX en dependencia de la evolución misma del propio capitalismo tanto en sus formas económicas del capitalismo privado al capitalismo monopolista privado, que ya en el siglo XX se convierte en capitalismo de Estado, y capitalismo monopolista de Estado (imperialista); como de las formas de organización política dadas con la evolución de la democracia (de demos, pueblo; y, cratos, poder), o el poder del pueblo que evoluciona de la inicial democracia dirigida (donde el voto está en manos de “juntas de notables” en nombre del pueblo), a la democracia corporativa (del voto amplio simulado en la condescendencia de organizaciones políticas), a la democracia representativa (del voto popular con un cierto peso, pero ajeno a la vida política), y a la democracia participativa (del voto hecho valer por el pueblo con su participación política).

Del Capitalismo al Socialismo.png
El orden capitalista en su época republicana, de la Revolución Francesa de 1789-1799 en que alcanzó su punto culminante, en adelante; y la serie de fases de transición en que evolucionan tanto sus últimos modelos económicos como sus diversas formas de organización político-social, hasta llegar al momento histórico de la lucha por la democracia popular, fase última de la transición al socialismo. Este diagrama no es producto de una fórmula de “libro de texto”, como algo preestablecido de antemano; sino el resultado del examen de la historia dada.
[Diagrama elaborado por el autor del Blog]

     En este punto de la democracia participativa en la que las masas populares se enfrentan al dominio político de las élites burguesas aún en el ámbito de la llamada “democracia liberal” (la democracia burguesa en su forma de vida de economía liberal), la contradicción histórica burguesía-proletariado llega a su límite, termina la exasperante lucha de resistencia de años y décadas, y en un paso a la ofensiva, comienza a invertirse del favor a los intereses de la oligarquía financiera, en favor de los intereses generales de la sociedad; y en ese momento se pasa a la lucha por la democracia popular (del voto de la democracia participativa en las formas de la indiferente “democracia liberal”, al voto de consciencia política del pueblo haciendo valer sus intereses), aun cuando, donde el “poder del pueblo”, aún se ejerce por una representación en nombre del pueblo. Es esta lucha por la democracia popular objetiva e históricamente dada la que prepara la conciencia de las masas por una forma de vida y organización social más avanzada aún en la justicia y la igualdad social: el modo de produción económico-social socialista, y su propia forma de democracia socialista en dode el poder del pueblo aún se aproxima más a ejercerse por el pueblo mismo haciendo valer sus intereses.

     En la democracia popular, por necesidad social dada la incapacidad ya del capitalismo para resolver los complejos problemas sociales y las propias crisis económicas del capitalismo, ya se ensayan las propiedades esenciales del socialismo. El proletariado comienza a realizar en colectivo un trabajo para sí y para los demás en forma planificada. Aparecen, así, los "Bancos de Trabajo y de Alimentos" y se crean redes de intercambio y asistencia. Y más aún, la sociedad asume valiosas prácticas económicas productivas de autoconsumo.

     En todo este panorama, lo valioso es identificar nuestro momento actual, que no es ya el viejo capitalismo, pero que, viéndose su derrumbe, ese “horror al socialismo” producto de la propaganda capitalista, se convierte en lucha por ello cuando se aprecia no sólo la solución a la problemática social, sino el futuro bienestar desplegado, cuando ya se ven de éste ciertas prácticas, si bien en forma limitada, aún hoy.

     Identificar nuestro momento histórico, estar conscientes del momento del desarrollo de la sociedad que nos tocó vivir, nos da un privilegio doble: el disfrutar de esta época del fin de un periodo y el inicio de otro, privilegio de muy pocas generaciones en la historia; y, el saber con cierta claridad el por qué de lo que está ocurriendo y, en consecuencia, el saber qué hacer.