Entendemos en este sentido que nadie está exento, ya que la sombra respira gracias a la razón y la consciencia. Por lo que todos estamos expuestos, susceptibles a las dinámicas intrapsíquicas que nos mueven como seres humanos. Lo que nos diferencia, en cierta medida, es la consciencia que se tiene sobre la sombra y que posteriormente nos permite ver, afuera de nosotros, aquellos elementos reprimidos, propios de nuestra personalidad y que proyectamos en los otros.

Somos animales divididos, sesgados, a diferencia del animal no-humano que, carente de razón y movido por el instinto, «es como es», y no precisa de la opinión de otros, de edades, o etiquetas para «ser». Por lo que no es difícil imaginar que estos últimos no poseen sombra.

Afirmamos que la razón y la conciencia juegan un papel importante y las tomamos como punto de partida para decir que desde estas cualidades comienza a gestarse nuestro lado oscuro o sombra.

El neonato, viene al mundo siendo, prácticamente, uno con el universo y posee una consciencia tan amplia como la totalidad de este último, por lo que se identifica con todo en su entorno. Y todo lo que percibe a través de sus sentidos, no son más que extensiones de si mismo. Es decir que para él no existe un «tú y yo», sino solo un «Yo». Ya que todo le pertenece porque «todo» forma parte de él. Por lo tanto no hay una clara distinción entre él y su madre, padre, el gato, el perro, la silla o las plantas del jardín de la casa.

En la medida en la que él bebe interactúa con el entorno y se ve influenciado por este, se va delimitando su consciencia. Por lo cual esa totalidad que conforma su «Yo» comienza a reducirse, y poco a poco se hacen visibles, diferencias entre sujeto - objeto que dan origen al «No-yo». Creando una clara división, una dualidad en la que básicamente el sujeto a medida que va creciendo, establece cada vez más distinciones, y va tomando posesión como parte de su «Yo» lo que le agrada, porque le genera placer; así como al mismo tiempo, aparta hacia ese otro lado de la consciencia «No-yo», todo aquello que le desagrada de si mismo, inseguridades, aspectos que toma como negativos y con los que básicamente niega su identificación.

De esta manera, grosso modo, se va creando lo que llamamos «la sombra» y podríamos decir que, en cierta forma, al nacer, el hombre es un ser completo que con el paso del tiempo termina dividido. Son muchas las variables que influyen o participan en este proceso y que harían este post interminable, por lo tanto cabe recalcar que esto es un mero intento de aproximación a todo este tema.

Si veo que os ha gustado, haré una segunda parte hablando un poco sobre otro tipo de sombra que proyectamos, como reconocerlas y su importancia para nuestro bienestar y crecimiento personal. Ya que siento que me he quedado un poco corto en este post

_{Bibliografía citada:}

• _{Carl Gustav Jung - Al Profesor Honorio Delgado}
• _{Encuentro con la sombra}
• _{Carl Gustav Jung - El Hombre y sus Símbolos}

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