En este caso me voy a referir a sólo dos de las tantas prácticas corruptas, clientelares y delictivas que hoy son Instituciones en nuestro país.

1) ¿Cuánto hay pa’eso?

Está práctica era casi exclusiva de los organismos e instituciones públicas, en donde para acceder a cualquier servicio, realizar trámites, recibir algún beneficio gubernamental, etc. etc. te pedían algún regalo, que a menudo, lo podías resolver con algo que llevaras en el bolsillo sí querías evitar muchos de los engorrosos trámites y largas esperas. Hoy esa práctica se ha Institucionalizado en todos los organismos públicos y lo que es peor, se ha extendido al sector privado. Pongo un solo ejemplo: Abrir una cuenta bancaria en el Banco X. Tienes que reservar una cita vía internet, en muchos casos la cita es para dentro de varios meses. El día de la cita, después de haber conseguido todos los documentos requeridos, casi como si fueras a solicitar un crédito para comprar vehículo o vivienda, la persona que atiende se las ingenia para conseguir cualquier detalle en la documentación requerida y te señala que debes corregir la falla. Perdiste la cita. En la próxima oportunidad, que a veces son varios meses más tardes, usted va nuevamente, con el error subsanado y milagrosamente, aparece otra falla, la cual, no te señalaron la vez anterior y por lo tanto el ciclo se repite. El que tiene suerte y logra acceder al exclusivo club del “Cuanto hay pa’eso”, tiene atención VIP, no hace la cola nuestra de cada día, se le asesora en la obtención y elaboración de los documentos requeridos, abre su cuenta o el trámite requerido y no tiene que esperar por la susodicha cita por internet. Ah, y eso sí, lo que usted lleve en el bolsillo no le alcanza para realizar el trámite, tiene que hacer una transferencia o salir a comprar efectivo. En la parte privada cada día se hace más común, en la pública esta práctica está generalizada.

2) Bajarse de la mula (Pagar comisión).

Esta Institución es similar a la anterior pero con prácticas delictivas más severas y generalmente realizada por funcionarios que fueron formados por el Estado para resguardar nuestros bienes y proteger nuestras vidas.

Si usted por desgracia choca o le chocan su vehículo, sufre un accidente o, peor aún, le roban su automóvil. Debo aclarar que si usted todavía tiene vehículo, es porque debe tener mucho… pero mucho dinero.

Hay muchas variantes de esta vieja práctica, ahora institucionalizada, las cuales voy a nombrar sólo un ejemplo. Alguien con mucha suerte, ya que quedó vivo, le roban el vehículo y diligentemente pone la denuncia a donde corresponda hacerlo. Rápidamente se movilizan los encargados de atender estos casos y logran dar con el vehículo. Alguien dirá que alegría, que eficiencia. Pero no, no celebre todavía. Pueden suceder muchas cosas: a) Le paga una gruesa suma de dinero a los funcionarios actuantes, para que le entreguen su vehículo inmediatamente (si tiene el dinero esto es lo mejor que puede hacer); b) Por la rapidez de la actuación, a los delincuentes no les dio tiempo desvalijar el carro ni sacarlo fuera de nuestras fronteras. Los funcionarios lo recuperan y, no me explico cómo, el vehículo se queda sin cauchos, baterías, muchos de sus costosos accesorios y a veces hasta sin motor. c) El vehículo es entregado al organismo a donde pertenecen los funcionarios que lo recuperaron y en ese lugar le ocurre lo mismo que en el punto anterior.

Se pueden hacer las denuncias respectivas, pero los resultados son a largo plazo y poquísimos los responsables sancionados.

Hay muchísimas formas de esta práctica hoy Institución en nuestro amado país, que estoy seguro que todos los que aquí habitamos hemos oído o vivido en persona o por referencia de algún familiar o vecino.

Estas y cualesquiera otras formas de corrupción y crimen organizado deben ser denunciadas y atendidas por quienes les competa y tenemos que aprovechar todo espacio para denunciarlas y hacerlas públicas.

“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”. Rigoberta Menchú (Guatemala), activista de derechos humanos y Premio Nobel de la Paz 1992.

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