El Ente (Micro-cuento de terror).
El Ente
Era miércoles 14 de mayo de 1998, me encontraba prestando servicio como misionero de una iglesia en un lugar llamado la Fría. Había sido un día caluroso, y junto con mi compañero regresábamos a casa luego de nuestra jornada de enseñanza. Vivíamos en la calle principal, en un edificio de 2 pisos que hacía las veces de residencia y centro clínico a la vez. Nuestro único vecino era el dueño del edificio, un hombre mayor de unos 70 años que solo se dejaba ver en pocas ocasiones. Eran aproximadamente las 9:00 de la noche y mientras caminábamos, las luces de la calle se apagaron repentinamente. En esos días ocurrían numerosos apagones en el pueblo, así que continuamos sin darle importancia. El trayecto a nuestra casa solo era iluminado por la luz de la luna y uno que otro auto que transitara por la desolada avenida. Cuando llegamos a la casa, abrimos la puerta principal y subimos por las escaleras, al llegar al segundo piso entramos en el pasillo que llevaba a nuestro departamento, mientras avanzábamos, la oscuridad se hacía más densa y cada vez era más difícil abrir la puerta.
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Al llegar al segundo piso entramos en el pasillo que llevaba a nuestro departamento, mientras avanzábamos, la oscuridad se hacía más densa y cada vez era más difícil abrir la puerta.
Con algo de dificultad llegamos a nuestro departamento, sacamos nuestro celular y alumbramos la cerradura. Con torpeza mi compañero logro introducir la llave, darle vuelta y abrir. Dentro de la casa, la oscuridad era mucho más densa, a mí y a mi compañero nos pareció raro. Fuimos a la cocina y prendimos una hornilla con la intensión de que el fuego alumbrara la casa. Sin embargo, la oscuridad era impenetrable y no dejaba percibir la luz. Asombrados y un poco contrariados nos dirigimos al cuarto, pero algo hizo que me detuviera. Bajo el marco de la puerta se podía percibir una forma en la oscuridad. Enfoqué mi vista y entonces lo vi bien, era la figura de un hombre alto, parado bajo el marco.
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Pero algo hizo que me detuviera. Bajo el marco de la puerta se podía percibir una forma en la oscuridad. Enfoque mi vista y entonces lo vi bien, era la figura de un hombre alto, parado bajo el marco.
Cuando lo vi me quede pasmado. Indique a mi compañero que se arrodillara, y juntos ofrecimos una oración, mientras orábamos escuche unas pisadas fuertes que se acercaban a nosotros rápidamente. De repente sentí un peso en mis hombros que empezaba a ser aplastante. Oré con más fuerza mientras un dolor intenso recorría mi cuerpo. Cuando estaba a punto de ceder, rogué nuevamente que el espíritu se marchara. De pronto se oyó un estruendo en la casa y el peso en mi hombro empezó a aligerarse, la casa se ilumino por el fuego de la cocina que empezó a brillar con fuerza, y dejamos de sentir dolor en nuestro cuerpo. Volvimos a orar pero esta vez en agradecimiento, siempre habíamos enseñado que Dios tiene poder, pero hasta ese momento no nos habíamos percatado que el mal también tiene poder, y este mal buscaba destruirnos.
Fuente
Volvimos a orar pero esta vez en agradecimiento, siempre habíamos enseñado que Dios tiene poder, pero hasta ese momento no nos habíamos percatado que el mal también tiene poder, y este mal buscaba destruirnos.
Basado en hechos reales ocurridos al autor. Algunos datos fueron modificados para darle sentido a la narrativa.