Altazor de Vicente Huidobro|| Un poema que muere mientras se crea.

Se conoce a Vicente Huidobro como el “gran” precursor del creacionismo, aquel “ismo” perteneciente a la vanguardia latinoamericana que se destaca por defender la idea de que la poesía debería valorarse por su capacidad de crear belleza a través de imágenes potentes. Ahora bien, el poema Altazor posee imágenes bellas e impresionantes, y con solo leer su prefacio podemos notarlo, tal como en este verso: “Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte”. Por otro lado, nuestra intención es dejar en un segundo plano la “emotividad” que producen las imágenes del poema y centrarnos en cómo Huidobro utiliza el prefacio no solo para dar un vistazo inicial a Altazor, si no también para hablar de cómo la poesía debería ser.

No podemos asegurar que Vicente Huidobro tomara el prefacio de su poema para hablar de lo que debería ser, a su punto de vista como creacionista, la verdadera esencia que tiene que componer un poema, no obstante, no podemos pasar por alto que es un detalle sumamente ingenioso. A continuación, colocaremos los versos a los que nos referimos,
para luego tratar de “aclarar” un poco más la idea que Huidobro nos plantea:

Aclarar la idea que presentan estos versos puede resultar sencillo, ya que la imagen es fuerte dejando una clara idea de lo que quiere decir Huidobro con estos breves versos sobre el poema. En primera instancia, cuando se asemeja el poema con un incendio, lo podemos tomar como la idea de que el poema es imparable, como algo que realmente no tiene forma y que solo aparece, con una fuerza de propagación inmensa; no hay país donde no haya sido creado algún poema. En otra instancia, podemos tomar al poema como una lengua extranjera dentro de la misma lengua materna, es decir, entre correlaciones de imágenes se puede crear una lengua que es propia del poeta y del lector que lo sabe interpretar; armar un poema con palabras “triviales” va en contra de la naturaleza del poema mismo. En última instancia, cuando tomamos el poema como “una cosa que será”, hablamos de algo que indudablemente esta destinado a ser y que no se puede detener. El simple hecho de pensar en un poema ya lo crea, y no es precisamente imprescindible pensar en la forma para poder crearlo. Si juntamos la idea del poema como incendio y como algo que, indudablemente, tiene que ser, entonces es donde podemos pensar que basta un conjunto de imágenes “fuertísimas” para crear un escrito potente, incontrolable, aunque, a la larga y de cierta manera, extinguible.

Con esto, tal vez, podemos llegar a la conclusión de que Vicente Huidobro con su poema Altazor, más que buscar un conjunto de imágenes potentes y que se correlacionan, busca establecer un principio y un fin. Él puede innovar en la vanguardia con el creacionismo, pero aun así toma consciencia de que todo poema no puede ser infinito, y un movimiento tampoco puede serlo. El prefacio que tanto hemos mencionando entonces nos dice que Altazor tiene un comienzo “impredecible” como un incendio, pero que al mismo tiempo se va extinguiendo a medida que se va creando.