A veces simplemente colapsamos.

Ser Madre, Hija, trabajar y ser responsable de hogar, resulta bastante agotador. No sé si es que soy demasiado responsable y me esmero porque todo esté en orden y darle el menor trabajo a mi madre, a este punto no se ni siquiera si estoy haciendo las cosas bien o mal, si exijo demasiado o poco, si me tildaran de tonta en la calle.

Veo a un sinfín de mujeres, entre ellas: desconocidas, amigas o compañeras de trabajo que tienen hijos de la misma edad que Carolina y las veo tan felices, un tanto despreocupadas y sorprendentemente se van de rumba sin mayor remordimiento ¡Yo no puedo! Me resulta imposible salir por ahí a disfrutar y dejar a mi hija en casa, de hecho yo no puedo ni pegar un ojo si ella no está durmiendo a mi lado en su corral.

Después de 8 meses, de verdad necesito un break, un momento en donde tenga paz y sobre todo necesito un abrazo,
Pero no cualquier abrazo, sino uno sincero, de esos donde el tiempo se detiene por un rato y sientes que todo está bien.

Ser madre soltera no es fácil, muchas veces hacemos las cosas de forma automática, por lo menos yo calculo todo en base a las horas que duerme Carolina, porque cuando esta despierta no quiero perderme ni un segundo de ella, de todo lo que hace o ha aprendido en el día, la extraño con locura en el trabajo y de hecho me la paso cantando las músicas que le coloco, en la noche así me acueste tarde lavando pañales lo que más quiero es jugar con ella y darle su teterito antes de dormir, no se imaginan lo sabroso que es sentir su manito en mi rostro haciéndome cariñitos mientras se toma su tete.

Por momentos –muy cortos- pierdo el control, me desplomo, me agoto pero luego la veo a ella tan feliz, aplaudiendo, bailando, cantando y todo pasa… Vuelve mi realidad que no tiene otro nombre que Carolina Del Valle ¡la amo con locura!