CUARTO CONCURSO DE ESCRITURA Y PINTURA!! / FOURTH WRITING AND PAINTING CONTEST!! / #WORLD OF XPILAR | El muelle

Manuel estaba distraído mirando las garzas que parecían jugar y desafiarse mutuamente, imaginar eso lo hizo reír. Al aproximarse a su lugar favorito, vio la Isla Maky la cual tenía forma de un inmenso volcán y estaba ubicada cerca de costa azul. La isla es un lugar misterioso y al mismo tiempo peligroso, extraño, ninguno de los pescadores o habitantes hacían el intento de aventurarse y descubrir sus secretos, estaba prohibido visitarla, de hecho, animales marinos, como: delfines, tiburones entre otros, protegían el área e impedían que los curiosos desembarcaran allí.

Todos los días antes de regresar a su casa, el niño de 9 años se desviaba y caminaba hacia el muelle, donde se sentaba y metía los pies en el agua, allí pasaba horas meditando, observando el paisaje que la naturaleza le obsequiaba. Más adelante, a pocos metros de donde él estaba había un boulevard muy turístico, tenía ferias de comidas y exposiciones que promovían el comercio y la artesanía del sitio, además, se realizaban distintas actividades para el disfrute de todos. A Manuel le gustaba ver a los niños haciendo piruetas en sus bicicletas o patinetas, y a las parejas pasear e inmortalizar una mueca o el momento utilizando sus cámaras fotográficas
También le agradaba ver a las familias compartir entre risas y juegos, pero imaginarse a sí mismo en el lugar de todos ellos le causaba un agujero en el estómago, porque sentía envidia.
Ese día, la parte más esperada fue la competencia de cometas, estas sobrevolaron el lugar adornando el cielo con muchos colores, tal espectáculo alegro el corazón de Manuel que vio el evento con la boca abierta.

De repente, el olor a comida y dulces mezclados en el aire hizo que sus tripas gruñieran tan fuerte que lo sacaron del éxtasis en el que estaba, recordó que solo había comido una galleta con agua de maíz en el desayuno, así que puso las manos en sus bolsillos y cuando contó las monedas que había ganado, se dio cuenta de que solo era suficiente para el pan de la cena. El niño sonrió y guardó las monedas, cerró los ojos y pensó:

— No importa, sé que pronto vendrán días mejores, ganaré tanto dinero trabajando que invitaré a mi madre y a mi hermano a este lugar, comeremos la pizza más grande y probaremos todo tipo de helados.

Entusiasmado por lo que estaba cruzando sobre su cabeza, movió los pies de forma circular sin notar que se formaban pequeños remolinos. Luego, miró hacia abajo y quedó embelesado. En ese momento, sintió una inmensa nostalgia por recordar a su padre que había muerto en el mar, debido a una falla en el motor del bote, lo que provocó una explosión que arrojó al pescador gravemente herido al agua y lo hizo ahogarse. Sin embargo, Manuel nunca ha sentido miedo o resentimiento hacia el mar. Por el contrario, en lugar de enojarse como cualquier niño pequeño que se le quita a su héroe, mantuvo el orgullo y el amor que su padre le enseñó por todo lo que conformaba la costa.

De repente, el niño desvío la vista hacia la isla y le pareció que todo había cambiado, el agua se había vuelto de un color diferente al habitual y una capa pastosa se mezclaba entre las olas. Además, una sombra cubría Maky y esa misma sombra parecía moverse entre las olas en su dirección.
Manuel estaba confundido y observó el asunto con asombro, luego notó tres delfines que se dirigían a un bote que se acercaba a la Isla desde el costado derecho, pensó que podrían ser turistas con la intención de explorar el sitio, él levantó las manos e intento indicarles que se dieran la vuelta, porque los tiburones también los rodeaban ansiosos por comer.
Estaba tan aterrorizado por el destino de la gente que se obligó a respirar, apretó los puños y los puso en sus rodillas, el niño tragó saliva y entrecerró los ojos.

— ¿Que puedo hacer para ayudar? ¡No pueden verme ni oírme! — se preguntó con los ojos ya muy abiertos.

Manuel se había olvidado por completo de la sombra que lo acechaba, y cuando trató de salir del agua para buscar ayuda, una fuerza misteriosa lo agarró por la pierna y lo arrastró a las profundidades, desesperado por llegar a la superficie. movió todas sus extremidades, para salir, pero nada funcionó.
En ese momento su corta vida pasó por su mente como escenas de un trailer, recordó la sonrisa de su madre, las bromas sin sentido de su hermano pequeño y el último abrazo de su padre antes de zarpar. Ya no podía respirar, su cuerpo comenzó a sentirse ligero y cerró los ojos.

No había más colores, no más fatiga, nada. El agua se arremolinaba a su alrededor, y él se hundía aún más, sin embargo, había tranquilidad...

Luego, unas manos lo sostuvieron por la cintura y lo empujaba hacia arriba, Manuel abrió los ojos y vio la figura de su padre que brillaba en un color amarillo, quería decirle tantas cosas. pero no tenía la fuerza para moverse más o intentar emitir un sonido que llamara la atención de su padre, de repente oyó su voz:

— Hijo, nunca te rindas, debes crecer, explorar y conocer la vida, amar por encima de todas las cosas, aspirar y superarte a ti mismo todos los días, no ser conformista o egoísta contigo mismo, probar las mieles del triunfo. No lo olvides eres genial, tan grande que el mundo se vuelve pequeño, te amo mucho hijo, y siempre estaré orgulloso de ti.

Manuel trató de expresar que lo había extrañado, y también lo amaba demasiado, pero fue imposible, lo único que pudo hacer fue ver a su padre sonreír mientras desaparecía.

La cara de Manuel, chocó con los últimos rayos del sol después de golpear la superficie del agua, respiró tan profundo que le provocó una tos molesta, nadó con la poca fuerza que aún tenía y trepó a una base del muelle, sus ojos estaban rojos y las lágrimas comenzaron a surgir, estaba tan afectado, pero al mismo tiempo feliz de ver a su héroe por última vez.
Cuando pudo subir por completo, se tumbó en el muelle, necesitaba recuperar fuerzas.

Minutos después, las imágenes alusivas al bote turístico asaltaron sus pensamientos e inmediatamente comenzó a buscar con sus ojos algún rastro de ellos, pero todo lo que encontró fue un paisaje diferente al anterior, majestuoso. El cielo era azul y las nubes parecían algodón de azúcar, similares a las que se venden en el bulevar. Además, el agua era cristalina nuevamente y la isla ofrecía más belleza que antes.

Manuel sonrío y creyó que estaba totalmente loco...

Luego, se dio cuenta de que era hora de volver a casa, tomó la caja de lustrar zapatos con la que estaba trabajando y la colocó debajo de su brazo, caminó pensando en todo lo que había sucedido y sobresaltado por la emoción dijo:

—¡¿Me oyes padre?! Haré todo lo que me dijiste, viviré, te lo prometo padre—gritó Manuel, con lágrimas en los ojos mientras huía del muelle.

Gracias a: @franyeligonzalez por incentivarnos y promover nuestra creatividad. Si deseas participar, te invito a que pinches Aquí

La imagen principal fue tomada del concurso y la segunda es de mi autoría: @aremontilla