Jueves de Jazz en la ciudad

in #spanish6 years ago

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Caminando desde las profundidades del campo, rodeado siempre de la poesía absoluta que brinda la naturaleza, miraba a todos lados sin perder detalle del paisaje.. Como quien ve un partido de fútbol importante sentado en su sillón, una tarde calurosa con cervezas frías a la mano. El viento en mi cara, en mi cabello, un suspiro, el volar de las aves. Todo es parte de un pequeño momento de magia que viví recordado en un flashback.

Despierto. Estoy en la ciudad más caótica del mundo, en plena hora pico, en la estación principal del metro subterráneo con miles de personas, con poco aire para respirar, una señora de edad avanzada que se queja porque nadie le cede el puesto, un niño llorando por el desespero del calor y el apabullamiento de la gente. Personas con mal aspecto, con miradas de odio, con intenciones de dañar, robar. Se respira la histeria.

Logro salir de la estación para dirigirme a mi pequeño hogar, o por lo menos aquello que solía ser un hogar... Con la dulce mirada de Helena, tanto vacío me dejó cuando decidió salir del país. El vacío se siente en el corazón y en la casa. De pronto me ataca la nostalgia al ver una pareja joven besarse a mitad de la avenida, decido entrar en el bar de la transversal para tomar una cerveza y fumar un cigarrillo, es jueves de Jazz en el antro, eso estará bien. La banda toca algo suave, la cerveza está amarga y el humo del cigarro está espeso. Balance perfecto entre matices que como un conjuro limpian mi tristeza.

-En esta ciudad no hay tiempo para el amor- me dice el anciano que a mi lado se sienta. Le di una fuerte bocanada a mi cigarrillo. -El amor también se fue del país- le dije mientras suavemente subía el humo entre la luz tenue del bar. Desde que Helena se marchó camino solo, tengo pocos amigos (quizás sea por mi poco carisma), dejé de subir a las montañas a hacer trekking, todo se ha tornado gris. Cada vez veo las calles más vacías, los bares más solos y las noches parecen más largas.

Me voy a casa, ya son las 10pm, aunque no hay apuro pues nadie me espera. Pero ya quiero irme. La calle está tan oscura, tan desolada. Es increíble recordar como pasé de vivir en el paraíso absolutamente poético de las sabanas del campo, de vivir junto a las amor de mi vida a caminar por estas avenidas tristes y lúgubres. Como si me hubiese congelado en el tiempo, como si mis años dorados se hubiesen acabado. Como si el poeta que abundaba y escribía mis días hubiese muerto.

Otra vez llegar a casa, sin cenar.
Otra vez poner mi cabeza en la almohada y llorar.
Otro jueves de Jazz en la ciudad.

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Gracias por leerme amigos de Steemit, nos vemos en el próximo post.

Fotografías realizadas con mi cámara Nikkon COOLPIX L810

Texto e imágenes propias de @angeled