Candelario... Candelario.
Cierto día había terminado de cumplir mis labores docentes cuando se acercó un lugareño y me dijo que me habían enviado unos pupitres para la escuela y que estaban en Canuto lugar hasta donde llegaban los vehículos le dí las gracias a Elías que así se llamaba y me propuse ir a buscarlos lo más pronto que pudiera y para eso me propuse hacerlo el Sábado siguiente. Era la época de invierno donde las lluvias eran muy intensas en la serranía donde se encontraba la comunidad donde laboraba. Ello significaba muchas lluvias má de lo que uno quisiera que cayera, los caminos se ponían intransitable y por lo tanto más difícil de andar por ellos, Sin embargo, eran tiempos de alegrías y esperanzas para los campesinos del lugar porque sembraban el maíz después de acondicionar las tierras con la esperanza de cosechar el fruto.
Una vez llegado el día que había escogido para ir a buscar los pupitres hablé con Ricardo Sanabria quien fue un padre para mi que sin su ayuda y protección no hubiera podido trabajar allí como maestro, le dije a Ricardo que me prestara cinco burros y con su sapiencia me dijo- llévese nomás tres y le dice a Candelario que lo acompañe- Candelario era su hijo de doce años pero con una experiencia de vida muy profunda producto dela interacción del medio ambiente, era como todos los habitantes leal, integro y siempre dispuesto, siguiendo el consejo de Ricardo buscamos tres burros y los preparamos para emprender la marcha.
Nos despedimos y comenzamos a bajar andando por las subidas y bajadas por esos caminos estrechos cruzando quebradas y ríos ya con caudales de agua por efecto de las lluvias, luego de un tiempo al fín llegamos a Canuto lugar donde estaban los pupitres y era aproximadamente la una de la tarde saludando a mi tía Josefa que era la enfermera del lugar una vez que comimos le amarramos dos pupitres a cada burro uno de cada lado en total seis, emprendiendo la marcha de regreso que al principio no hubo problemas pero como los caminos eran estrechos solo podían ir uno detrás del otro y comenzaron a aparecer las dificultades aunado a que ninguno de los dos era arriero, el burro que iba de primero se le volteo la carga por lo desbalanceada que iba paramos y la arreglamos continuando la travesía pero a los poco metros pasó lo mismo con el último parandonos de nuevo y arreglando los pupitres y continuamos, más adelante se le volvió a caer la carga al primero y paso lo mismo arreglando carga y seguiamos también pasó con el del medio y lo mismo, cayendo carga acomodando burro.
Sin darnos cuenta las horas pasaban y nosotros acomodando burros caídos, como pudimos subimos la primera cuesta luego la segunda cuando llegamos a la parte mas alta había oscurecido totalmente por los nubarrones de agua Candelario dijo- maestro esto a mi no me gusta- y le respondí- a mi tampoco esto va a convertirse en una gran tormenta de agua- dicho y hecho, - vamos a tratar de llegar porque falta mucho todavía- mi compañero dijo- vamos a dejar los pupitres en la orilla del camino porque los burros se siguen cayendo- le dije- buena idea- y seguidamente aligeramos la carga continuando el camino y empezó a llover muy duro acompañado por rayos, le noté el miedo y comencé hablar mucho con la intención de calmarlo y calmarme yo también porque la lluvia se convertía en un aguacero muy pero muy fuerte y la oscuridad se hacia mayor unicamente esclarecido por los rayos y relámpagos en forma momentánea.
Como no se veía el burro que iba adelante le dije a mi compañero- ponte adelante del primero y te amarras la punta del mecate que se une al bozal en la mano cosa que si te resbalas el burro te aguanta- y lo mismo hice yo con el último, al coronar la subida más fuerte continuaba un sendero semiplano con un barranco a la izquierda continuamos la marcha el silencio reinaba entre nosotros únicamente se oía el retumbar de los rayos y el golpeteo de la lluvia cuando una luz nos encegueció dejándonos aturdido y se oyó un grito fuerte de Candelario- maestro me caigo- más nada dijo y empece a gritar diciendo- Candelario, Candelario- no me respondía pensé que se había caído por el barranco seguía llamándolo Candelario Candelario con mayor angustia y sin respuesta -Candelario, Candelario - y dijo-aquí estoy- esas palabras me llenaron de un profundo alivio al saber que no le había pasado nada me habló con voz entrecortada - el burro se asusto y me caí vámonos estoy cansado- emprendimos la marcha nuevamente.
Los vecinos estaban preocupados por nosotros, preparándose para partir en nuestra búsqueda y el alivio reinó al sentirnos llegar. Para mí después de tantos años de este suceso aún se encuentra fresco en la memoria como una huella imborrable en el tiempo. Mi alma se lleno de tristeza cuando tiempo después supe de la muerte de ese gran compañero que fue Candelario.
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