VIVIR EN EL EXTRANJERO ES LA MEJOR DECISIÓN QUE VAS A TOMAR
Vivir en el extranjero es lo más cercano que he tenido a una experiencia que realmente te cambie la vida. Vengo de una pequeña ciudad mexicana en donde, si bien la mentalidad es un poco global, no nos exenta de seguir siendo una ciudad pequeña donde todos conocer a todos, todos hablan de todos, y así…
Fuí lo suficientemente afortunada de nacer en una familia en donde los intercambios son prácticamente obligatorios y, si bien estuve nerviosa, asustada, encaprichada en llorar y decir que no quería irme, la decisión al final del día era la misma, “te vas a ir de intercambio quieras o no”. Gracias mamá y papá por no dejar a una niña de 18 años quedarse en méxico solo por su novio (aún me río de eso).
Aunque mi primer experiencia “internacional” pasó mucho antes que eso. Entre los 8 y 10 años mis papás me comenzaron a mandar a campamentos de verano a California. Creo que todos podemos coincidir en que tu nivel de madurez a esa edad es pues, prácticamente inexistente (o almenos así lo era para mi), por lo que tenerme que hacer responsable de todas mis cosas, comunicar mis necesidades, respetar a mis compañeros, y poner mi segunda lengua natal en práctica fue de muchísima ayuda y me comenzó a formar en una independencia antes desconocida para mi.
Mi segundo campamento de verano fue dentro de México, pero fue bastante lejos de casa y por un periodo de tiempo mucho más largo. Esta fue la primera vez que volé sola. Tenía unos 13 años más o menos, mi papá había solicitado asistencia en el vuelo la cual no fue registrada y tuve que irme completamente sola. Sobreviví bastante bien, disfruté como nunca mi tiempo en el campamento, e inclusive tuve mi primera (de muchas) experiencias con el sobre equipaje en el aeropuerto, al cual responsi responsablemente llenándome de todas las capas posibles en mi entonces pequeño ser.
Varios años después parí a mi primer viaje internacional hacia la India, a los 18 años. Esta sin duda fue una experiencia única en la vida. Fue un breve intercambio en el cual tuve la oportunidad de vivir con una familia india y wow, ahí fue cuando descubrí lo increíble que es el poder conocer una cultura desde su propia gente. Cualquiera puede viajar, pero de hecho recibir esa dosis de cultura transmitida de su gente es irreal.
Unos cuantos meses después de eso partí a un intercambio de 1 ahí a Normandía, Francia. No estaba para nada emocionada de vivir en un pequeño pueblo, quería vivir en una ciudad de verdad, y el hecho de que lloviera casi diario me tenía un poco molesta. Pero de nuevo tuve la fortuna de ser recibida por una familia llena de gente adorable y mi nivel de francés, tanto en lengua como en cultura, no sería el mismo hoy en día sin ellos.
Y ahora, 4 años después, a la edad de 22, tuve la oportunidad de realizar mis prácticas profesionales en una increíble organización creativa en Madrid, España. Hasta ahora me siento abrumada con la cantidad de oportunidades que he tenido y la cantidad de cosas y experiencias que he podido disfrutar gracias a ello.
A lo largo de estas experiencias puedo decir honestamente y con orgullo que he cambiado MUCHO. Física y mentalmente, y no ha sido más que la consecuencia de todas estas experiencias. Solía pensar como alguien de una ciudad pequeña piensa, en pequeño. Le solía dar gran importancia a cosas que después me parecieron ridículas y tuve la oportunidad, y aun la tengo, de conocerme dentro de nuevos contextos y descubrir quien soy en realidad como una ciudadana del mundo.
En temas de amigos me he hecho mucho más sabia, y he logrado distinguir quienes estarán conmigo en todo momento y quienes de hecho hacen el esfuerzo de seguir en contacto. También así he descubierto quienes no valen la pena a la larga y considero que poder identificar esto a esta edad no es más que una fortuna.
Pude ver que tan fuerte soy y que tan creativa y práctica puedo ser a la hora de necesitar soluciones a problemas inesperados.
Pero más importante aún, aprendí a hacer mi propio camino en el mundo, lo increíble que es simplemente perderse y espontáneamente encontrar los mejores lugares, comidas, personas, conocimiento. Aprendí que tener una mente abierta a todo es lo mejor que puedes hacer con cualquier experiencia para vivirla al máximo y que la crítica solamente te deja atrás.
Aprendí a ser paciente, a disfrutar el camino y el que aún hay mucha vida ahí afuera para mi.