Recuerdo de Extrañas Metras

in #spanish6 years ago

Fuente

Era pequeño, siempre imaginativo, pero callado, muy tranquilo, sereno y pensador. Siempre me detenía a pensar bien las cosas antes de decir o hacer alguna tontería. No me gustaba, ni me gusta pasar por tonto y es algo que ciertamente desprecio en alguien más.

Para mí no habían misterios, si no sabía algo lo buscaba para entenderlo. Pero si tenía un enorme problema, un misterio para el niño que no tenía misterios.

Desde la tierna edad de ocho años, escuchaba algunas noches una metra, o lo que es lo mismo, una canica, caer en el piso, pero en otro piso, ya que he vivido en un edificio de un conjunto residencial de 4 edificios, todos ellos de diez pisos, casi toda mi vida. Se escuchaba el resonar de la metra, impactando en la baldosa de un piso superior al que vivo. La primera vez que lo escuché, para mí, en aquel momento no había tanto misterio era una metra cayendo en el suelo. Pero, con el pasar del tiempo y teniendo mayor uso de razón entendí que aquello no era normal.

Habían pasado ya varios años y algunas noches se escuchaba aquella metra caer. Aquel sonido característico del cristal pegando y rebotando en la baldosa tan característico, aquel tac, tac, tac, tan reconocible y tan arrítmico, pero con un patrón seguible para un oído que lo ha escuchado prácticamente toda su vida.

Trate de darle una explicación a aquel fenómeno. Niños jugando con metras, ¿pero de noche? Y ¿sin que nadie los detenga definitivamente?. Algún vecino, con algún adorno mal puesto, que tropieza por las noches y deja caer aquella metra, que a su vez es parte del adorno ¿nunca lo cambia?, ¿será tan torpe?.

Era agobiante ya que incluso algunas noches me despertaba. Llego a ser motivo de miedo para un adolescente que veía películas de terror y escuchaba aquella metra caer, ya, todos los días a horas cercanas a las tres de la madrugada. Hasta que un día cercano a mis diecinueve años ese fenómeno se detuvo.

Un día hablando con unos amigos que vivían en el mismo conjunto, haciendo un reencuentro, poniéndonos al día, nos pusimos a hablar de las cosas raras que nos pasaron viviendo allá. Entre historias que ciertamente eran un poco tontas y otras no tanto, les conté sobre aquella metra, aquel sonido inexplicable que ocurría, ya al final de ese evento, todos los días. A lo que un amigo mío, me contesto con perplejidad y algo de temor: “Pensé que era el único que lo escuchaba”. Aquella sentencia me paso por la columna en forma de escalofrío, sobre todo por el lugar donde vivía mi amigo, el decimo piso de una torre distinta.

Adivinen quien escucho hoy, 31 de octubre a las tres de esta mañana, una metra caer. Lo peor de todo es que ahora vivo en una casa y no debería estar nadie arriba.