SEPULCRO - Capitulo VIII - ''Somos insurgentes''
Sepulcro.
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Y aun no puedo recordar un amanecer tan hermoso...
Aquel día fue glorioso. Después de golpear con las ventanas de los pisos inferiores entramos de nuevo al edificio, bajamos por las escaleras. Ya la estructura se encontraba desprotegida, las naves se desplomaron como aviones de papel. Cuando logramos salir quienes nos esperaban afuera gritaron de júbilo. La cede ardió en aquella mañana, la furia se descargaba abriendo fuego contra la cede.
Pasaron tres meses de lucha. Si, aun en guerra… Aquel día nos hicimos con el control de la ciudad. Al parecer Ciudad Central, y otras 3 ciudades seguían aun con signos de vida, cada cierto tiempo nos llegaban mensajes de radio dando fe de vida. Todo lo demás suponemos que fue borrado y está bajo el control de las bestias.
Teníamos el control en el centro de la ciudad, en los alrededores siempre había bestias buscando a cualquiera que quisiera salir. Estábamos encerrados, sin transporte, sin comida, sin medicinas, el agua que teníamos era de algunos pozos que se encontraban en algunos edificios del centro. Por las noches nos refugiamos en el metro y en los estacionamientos subterráneos, ya que empiezan a pasar las naves. Destruimos la cede de Ciudad Central pero tenían cierto perímetro libre en los lugares alejados de la ciudad. Suelen mandar escuadras de bestias algunos días, hasta ahora los mantenemos a raya con fuertes barricadas y columnas de fuego y humo, no se cuanto más dure esto… se agotan las municiones.
La miseria es como una baba que llevamos untada en el cuerpo, huele como el estiércol, parecemos enfermos terminales, delgados, con los ojos hundidos. Ya no sabemos ¿cómo hacer que la comida rinda? Es una pregunta que me perturba.
Nos mantenemos lo más cerca del centro. Tomamos turnos para hacer guardia en los puntos de control y en las barricadas que nos mantienen a salvo. Desde la toma de Ciudad central llevo la cinta azul de la resistencia, aunque realmente el simple hecho de estar entre vivos y muertos en este pequeño infierno nos da el mérito de resistencia. Los civiles que se habían quedado en los refugios cuando comenzó la revolución, salieron cuando las bestias quedaron sin energía, nos encontramos con nuestros seres queridos… Muchos de ellos sobrevivieron solo para darse cuenta de que jamás estaría completo su círculo familiar, el llanto de alguna madre, un padre, un hijo, una esposa, ha sido recurrente en estos últimos tres meses. El tono de sus lamentos son hoy un himno fúnebre en honor a los hermanos martirizados, los verdaderos héroes de todo esto.
Ahí me encontraba con hambre con sueño, hablaba con mi madre sobre el pasado, cuentos de fantasía que fueron reales según ella, sin duda un momento histórico que nunca podre recordar y que ahora, tampoco puedo imaginar vivir. Ciudad Central fue un día el sitio preferido de la humanidad, ¿Quién no quería venir a pasar unas vacaciones?
Me preguntaba si después de tanto en algún momento todo sería normal otra vez, una pregunta que quedaría sin respuesta por el resto de mis días.
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