Sobre las princesas
La Real Academia Española incluye "aquella de un alto grado de nobleza superior al duque" como otro de sus significados. También admite que una princesa puede ser "hija del rey no heredera" y "consorte del príncipe".
Claramente, es un término que evoca a la nobleza y la superioridad, por lo que es usado coloquialmente para referirse a una mujer o niña que aparenta tener tales cualidades.
Ahora bien, aquí en Venezuela una princesa puede ser desde María la de la esquina hasta la sifrina de Caurimare. He escuchado a infinidad de personas, mayormente hombres, referirse de tal manera sobre una mujer, tanto despectiva como amablemente.
¿Pero por qué es tan importante que te consideren una princesa? ¿Por qué se le da tanto valor a una palabrita que viene a significar miles de cosas dependiendo de quién la use?
La imagen de la princesa está presente en nuestras vidas desde que nacemos. Claro, al vivir en Venezuela, que no es una monarquía (pero tampoco sé ya qué es), no estamos familiarizados con las casas reales y los títulos nobiliarios, así que nuestra referencia de la princesa viene de otros lugares. ¿Qué lugares? Pues Disney y la televisión, nuestros grandes educadores.
Es común ver niñas pequeñas -de cualquier estrato social- pasearse por las calles con coloridos bolsos con imágenes de sus princesas de Disney predilectas. Por alguna razón, las más pedidas son Cenicienta, Blancanieves y Aurora, aunque en años recientes se vino el boom de Frozen que ha resultado en cientos de artículos con la cara pálida de Elsa.
Personalmente, nunca me sentí demasiado identificada con las princesas de Disney. Claro, amaba las películas y lo seguiré haciendo, pero sus personalidades no resonaban en la mía. Me identificaba más con personajes como Jazmín o Mulán, a quienes veía como más racionales o cuerdas. También es evidente que la imagen de la princesa que te pintaba Disney hace 70 años no va a ser la misma que te pinte hoy, en este mundo donde tenemos una opinión condenatoria sobre absolutamente todo.
A pesar de ello, sin querer o queriendo, esas princesas inundaron nuestras vidas y nos condicionaron, para bien o para mal. Cuando estaba pequeña era incluso más desaliñada que hoy, mientras que mi hermana era más arreglada y consciente de su imagen. Mi papá le decía a ella princesa (pishesha, para ser exacta) y a mí me decía cara de Corn Flakes (conflei) o cualquier otro término confuso que hasta me da pena compartir. Nunca me importó mucho, porque yo tampoco quería ser una princesa. Mi hermana y yo hasta creamos un concurso llamado Miss Princesita, una versión low budget del Miss Venezuela. Nunca hubo ganadora, desafortunadamente, porque mi hermana y yo éramos las presentadoras, el entretenimiento, las juezas y las concursantes (cero objetividad).
Mi hermana (derecha) y yo, para que entiendan el desaliño.
Nuestros bolsos ya no están decorados con princesas coloridas, pero la princesa (o la falta de ella) sigue presente. A veces voy caminando por la calle y un hombre me dice algo como:
-Coño princesa eso sí está lindo.
O:
-Princesita tírame un hueso.
Los piropos que te dan en Caracas son dignos de un post propios, pero por ahí van los tiros. Ahora, no me voy a creer una princesa porque el pana de la construcción me lo dijo. En su mente, yo parezco una princesa, aunque no lo sea. Ahora vamos al otro lado, el lado de la gente de mi círculo social.
Ya no sé cuántos personajes con los que salí o he hablado me han dicho que debería ser más "princesa". Quizás no directamente, pero sí con comentarios como
-Pero, ¿por qué dices tantas groserías? Eso no es de princesa.
-Las princesas no deberían fumar cigarros.
-Pero no hables así, a mí me gustan las princesitas.
Cuando me ha pasado, siempre quiero responder algo que NO es digno de la realeza. Después pienso, ¿ajá, pero qué es una princesa para este tipo? Y creo que el problema reside en las mal llamadas princesas.
Son esas también llamadas "fresas" (o fresipop, si hablas mal como yo), que se visten y hablan de cierta manera. Las mal llamadas son esas que no dicen muchas groserías, pero que no tienen problema en destruir a una persona sin el uso de ellas. Las que piensan que su "príncipe" tiene que ser adinerado y tener tremenda camioneta, para que algún día pueda llevarlas a su castillo de ensueño. Esas mal llamadas princesas son disfraces, a mi parecer. Sin embargo, muchos las anhelan y suspiran por sus princesas de cartón. Y los mal llamados príncipes (o como me gusta llamarlos, galanes de Guaire) se mueren por ellas y se comprometen de lleno en la conquista. Todo así en sintonía con Rubén Blades en su canción Plástico (ese tema es el soundtrack de este post).
No comparto esa visión, porque una princesa para mí es algo más significativo; yo también he moldeado el significado de la palabra en mi mente.
Así pues una princesa es una guerrera (gracias Mulán). Es una mujer que trata de hacer lo mejor con lo que tiene, sensible, atenta y empática. Yo llamo princesa a muchas de mis amigas y a mi hermana, porque me parece que lo son. Cometen errores, se visten feo a veces o dicen groserías, pero es indudable su calidad humana.
La figura de la princesa típica está muerta. Las monarquías remanentes son escasas y de poco impacto real; son relleno que sirve para adornar billetes y monedas o ejemplares de la revista Hola! Las virtudes que debían poseer las princesas pueden estar presentes hoy en personas de cualquier background socioeconómico, no se limita a aquellas de una posición económica favorable o de apellidos respetables. Desde mi perspectiva, no es princesa aquella que parece, es aquella que lo demuestra.
En su decena de significados para definir la palabra princesa, la RAE incluye uno que me gustó mucho.
"Persona, animal o cosa que por su excelencia sobresalen entre los demás de su clase o especie"
No importa que el Disney de los 50' nos enseñara que la princesa era aquella dispuesta a dejar su casa y familia por su príncipe. Tampoco importa que el Disney de finales de los 80' nos mostrara que si te gusta un hombre puedes perder partes de ti, siempre y cuando puedas estar con él (la ingenua Sirenita). Mucho menos que el chamo con el que salgas te diga que las princesas no deben fumar, hablar “mal” o vestirse de cierta manera.
Cada quién interpreta el término como quiera. Sin embargo, oye a la RAE: "persona, animal o cosa que sobresalen entre los demás de su clase". Prefiero a mis princesas bellas con sus zapaticos feos y sus novios pobres, que sobresalen por su sensibilidad, calidad y nobleza. Eso no se compra con todo el dinero de Mónaco.
Siéntase como una princesa, eso es lo que importa. No pierda su ilusión ni sus sueños. La felicito por su post.
¡Muchas gracias!
"Galanes de Guaire" Fan, te la robaré.
Me gustó mucho, me resulta gracioso como al readaptar los cuentos de hadas Disney logró perpetuar de algún modo una moral obsoleta. Saludos Adri, deberías escribir más a menudo.
Esa frase está patentada menor. Gracias Ale, pretendo escribir more often :)
Coño Adriana, definitivamente deberías escribir por acá más a menudo. Está demasiado bueno este post, se siente demasiado tu voz en todo lo que escribes :)
Gracias jefe, esa es la idea :)
Bienvenida, Adri : )
Pukiiii gracias! <3
...es cierto. "No se compra con todo el dinero de Mónaco ni del Vaticano junto". Para mí, una princesa es una.
Mujer...
por muchas flores que le den,
no se arrima así nomás
a los jardines floridos.
Y sin querer,
debe vivir advertida
para no caer en la trampa de la sociedad
adulatoria del Machismo.
Es así :)
Aveces pasa que la chama luce super bien y se sorprenden al conocer su personalidad, como si fuera casi imposible que sea atractiva y de paso panita y graciosa. La gente está muy loquita... Por cierto, me gustó mucho como te expresaste, super entretenido el post.
Jajaja sí, la gente está muy loca estos días. Gracias :)
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