Una vez más estoy aquí, pensándote, extrañándote, deseando estar contigo, queriendo que al despertar estés a mi lado, pues no he podido olvidarte. Desde que te conocí hace algunos años me quede perdida en tu mirada, congelada ante tu sonrisa, desde ese momento te clavaste en mi pecho fuertemente y sin lugar a duda me deje envolver por los sentimientos que me arropaban.
Sin imaginarlo te fuiste y no supiste nada de lo que sentía por ti, no entendía que me pasaba después de eso, porque con tu ausencia el amor creció en vez de desaparecer y ahora te siento más cerca a pesar de lo lejos que estás. A veces me levanto por la madrugada, me asomo por mi ventana, miro hacia el cielo y con anhelo y esperanza quisiera que volvieras a mí.
Sin ti siento que estoy agonizando en la melancolía de tener tus besos, tus abrazos, tus caricias, tu mirada hermosa. Ya estoy cansada de revisar la computadora para verte, quiero tenerte, pero me invade la tristeza al reconocer que solo estas en lo mental y virtual, estas en mi cabeza más no en mis brazos, te encuentras lejos de mis ojos pero no de mis pensamientos.
Todas las noches contemplo la hermosa luna blanca como tu piel e imagino que tú también la estás viendo, como quisiera que en ese instante pensaras en mí, en esa chica que una vez fue tu amiga, aunque sea unos segundos, que me escribieras por lo menos una sola vez, porque he tratado de llamar tu atención varias veces, pero tu ignoras eso.
A veces camino por la playa, esa que tanto te gusta y con tan solo pasar por allí de inmediato me acuerdo de ti y cuando veo el atardecer sobre la costa, con ese amarillo intenso en el cielo, es como si un reflejo de tu rostro se acercara a mí, pero no existe nada de eso, tú no estás allí, simplemente es uno de tantos pensamientos míos.
En la mañana al despertarme coloco mi mano sobre mi almohada y la arrugo fuertemente y desesperada, pues quiero sentir que estas junto a mí, porque ya no puedo más con esto que siento por ti. Este deseo de tenerte está pasando el límite, eres mi enfermedad y a la vez mi medicina, mi llanto y mi alegría, quien me mantiene ilusionada día tras día.
Por las tardes sentada en mi sillón, recuerdo tu olor, tu voz y esas hermosas pecas que rodean tu piel, como las estrellas en el cielo y tus manos que quisiera estuvieran entrelazadas con las mías, donde me entregue con cada latido, tu respiración cerca de mí, robándote mi aliento y haciéndome sentir en otro mundo. Quiero que llegues como luz de madrugada y como verano en el invierno, como agua en el desierto y como las olas que arropan las rocas del mar.
Llévame a contemplar la primavera, a correr como niños y revolcarnos entre las flores, a ver más allá de lo que está a simple vista, quítame el miedo y dame la valentía que tú siempre tienes, acaríciame lentamente mientras tu brazo me cubre acostados y mis mejillas se sonrojan en todo momento. No logro comprender lo grande que es este amor, lo inmenso y sincero, pero el hecho es que sin ti no quiero estar.
He llorado como la niña que le quitan su juguete y no me canso de soñarte junto a mí, porque solo quiero envejecer contigo. Es que no sabes cuánto duele tu ausencia ¿Por qué no apareces? ¿Por qué no te comunicas? Todo es gris a mí alrededor, cada minuto es desolado. Yo pensé que podría defenderme, creí que estaría bien, que todo esto desaparecería pero no fue así, ahora que le digo a este corazón…
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