[ENG-SPN] A guardian on the Way: the old hermitage of Muriel / Un guardián en el Camino: la vieja ermita de Muriel

Away from the small town of Muriel, but strategically located at the foot of that dusty and often muddy path that goes into a legendary environment, where the wind still carries the frightening war cry of the old Celtiberian warriors, as well as the echo, increasingly weakened by the day, of their ancestral and unknown deities, an old hermitage, Romanesque in style but humble in conception, that barely attracts the attention of visitors eager to get lost a few meters further on in that metaphorical 'Comanche territory', where nature and myth, without a doubt, form a marriage of fantasy around something as amazing, beautiful and disconcerting as the unique oval known as the Eye of the Fuentona or the source of the Abión River, is part of the name of another nearby town: Abioncillo de Calatañazor.

The main portico, facing south, towards another natural landmark of gratifying excellence, such as the Sabinar de Calatañazor, does not break, either, the austerity that characterizes the whole of this hermitage, dedicated to one of the figures, who, possibly, if he had known it, would have taken root in the feverish imagination of Gustavo Adolfo Bécquer, who, allow me a respectful speculation, perhaps would have seen in it a firewall to the popularity of the old hunting Dianas of the place: the Virgin of the Valley.

But it is also a place that delimits two borders, in whose ambivalence, the natural and the supernatural are closely linked, and its presence also sanctifies a medieval cemetery that is located on the hillside on which it sits and that also resorted to the solution of the niche, dug horizontally and fortified with slabs and stones from that same road, which usually goes unnoticed, but which, when it comes down to it, comes to demonstrate, at least in part, that there is nothing new under the sun.

Apartada del pequeño pueblo de Muriel, pero situada estratégicamente al pie de ese polvoriento y frecuentemente embarrado camino que se adentra en un entorno legendario, donde todavía el viento arrastra el espantoso grito de guerra de los viejos guerreros celtíberos, así como el eco, cada día más debilitado de sus ancestrales y desconocidas deidades, una vieja ermita, románica en estilo pero humilde en concepción, que apenas atrae la atención de unos visitantes ansiosos de perderse algunos metros más adelante en ese metafórico ‘territorio comanche’, donde la naturaleza y el mito, forman, sin duda alguna, un matrimonio de fantasía alrededor de algo tan asombroso, bello y desconcertante, como es el singular óvalo conocido como el Ojo de la Fuentona o el nacimiento del río Abión, forma parte del nombre de otro pueblo cercano: Abioncillo de Calatañazor.

El pórtico principal, orientado al sur, en dirección a otro hito natural de gratificante excelencia, como es el Sabinar de Calatañazor, no rompe, tampoco, la austeridad que caracteriza al conjunto de esta ermita, dedicada a una de las figuras, que, posiblemente, de haberla conocido, hubiera echado raíces en la febril imaginación de Gustavo Adolfo Bécquer, quien, permítaseme una respetuosa especulación, quizás hubiera visto en ella un cortafuegos a la popularidad de las viejas Dianas cazadoras del lugar: la Virgen del Valle.

Pero es también un lugar que delimita dos fronteras, en cuya ambivalencia, lo natural y lo sobrenatural están estrechamente ligados, y su presencia sacraliza, además, un camposanto medieval que se localiza en la ladera sobre la que se asienta y que recurría también a la solución del nicho, excavado horizontalmente y fortificado con lajas y piedras de ese mismo camino, que suele pasar desapercibido, pero que, a la hora de la verdad, viene a demostrar, al menos en parte, que no hay nada nuevo bajo el sol.

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