Juventud, naturaleza y movimiento, destellos del Art Nouveau porteño.
Siluetas modernistas entre molduras y guirnaldas de rosas decoran una centenaria casona escondida en la tranquilidad de los barrios porteños. Allí viven un ramillete de viejitos también centenarios que detrás de los enormes ventanales observan expectantes, entre quietud y caer de las hojas, el inevitable paso del tiempo.