Sócrates vs Spinoza ¿libertad de morir o no?
Sin necesidad de preludio nos introducimos directamente al cuestionamiento sobre si la decisión de Sócrates de morir por la cicuta; muerte efectivamente con consideraciones muy particulares, no podría considerarse asesinato ni mucho menos suicidio o accidental; es el resultado de un juicio, su sentencia, que cuenta con la característica de no ser un acto pasivo de espera de la muerte (como en las ejecuciones) sino que involucra la actividad del sentenciado (tomar la cicuta); la participación activa del sentenciado en su muerte indica como se esperaba que este fuese debidamente consciente de lo justo de la decisión, es decir que consecuentemente con sus acciones era lo debido, lo cual tiene concordancia con el sentido griego de pertenencia en la polis, de reconocimiento de ser parte de la totalidad. El sentido de virtud, presentada en su forma de justicia fue lo que impulso a Sócrates a cumplir su condena, si las leyes son justas es lo justo cumplirlas (resumido quizás de la manera más simplista que se puede), para mantener el orden y la cohesión del Estado se debe estar regidos por leyes generales, por lo que la participación en estas es parte de la condición de ciudadano, tanto de ejercerla como de padecer ante ella; siendo así, se podría afirmar que lo más virtuoso fue el proceder de Sócrates, que además se puede apreciar el razonamiento empleado para la justificación de la misma, lo cual se asumiría como decisión libre, pues fue tomada mediante un razonamiento sin coerción externa. No obstante ¿fue realmente racional? En la misma Apología se da a entender como fue una acusación injusta, a sabiendas de esto la sentencia también lo es, puesto que hay una relación de necesidad entre que la acusación sea justa para que lo sea la sentencia; si la ley carece de justicia entonces seguirla no respondería tampoco a este principio, no habría nada de virtuoso en ese acto. Respecto a ello si se contrapone el concepto de libertad en Spinoza; se reconoce que el hombre no siempre está sujeto a la razón, más si a la preservación de su vida. Esto responde a la libertad en relación con la potencia no entendida de forma pasiva como posibilidad, sino como un poder, accionar; dicho accionar no está limitado por la razón sino por la naturaleza, por lo que no es más libre aquel que se somete voluntariamente a la ley que el que no, aun menos cuando está siguiendo una que es contraria a sí. El caso de Sócrates no sería entonces un reconocimiento de si en la totalidad sino la negación de la suya.