La verdadera lluvia. Reflexión.

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La verdadera lluvia.

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Llueve de manera torrencial en el pequeño pueblo y, como Jenifer tiene que salir a comprar algunos víveres, empieza a maldecir y a soltar cuanta grosería e impurea verbal le llega a la mente.

Lleva más de 10 años de casada con Joel, quien constantemente le ha recriminado esa actitud tan llena de carga negativa.

Jenifer grita:

—¡Hasta cuándo irá a estar cayendo esa agua que no me deja salir ni siquiera a casa de mi vecina! Esta es una maldición negra.

Joel la increpa:

—Jenifer, ¿cuándo será el día que vas a dejar de quejarte, y de proferir maldiciones, que es algo que no te beneficia para nada. Dios sabe tus necesidades, y te dará lo justo a su tiempo.

Pero de todas formas, tienen que salir a obtener lo necesario para este largo fin de semana, que se une a las fiestas de carnaval en Venezuela.

Jenifer le dice:

—A mí no me vengas con charlas baratas, Joel. Anda y pásame la sombrilla para cubrirme de esa lluvia inoportuna.

Joel siente la necesidad de expresarle a Jenifer, todo lo que siente en tal momento, y le habla:

—Mira, mi amor, la verdadera sombrilla que necesitas no es para que no te moje la lluvia. Lo que requieres tú es un paraguas que evite que te caiga la lluvia del mal humor, la soberbia, las rabias y toda cuanta influencia negativa actúe en tu vida.

Por primera vez, Jenifer se ha puesto a reflexionar en cuanto a su forma de ser y actuar. Voltea a ver a Joel, y aprecia en su rostro unos ojos impregnados de bonanza y tolerancia. Nunca antes había apreciado tanto unas miradas como las de Joel en ese instante.

De pronto siente un enorme impulso, y con emoción abraza a su esposo Joel, a la vez que le manifiesta:

—En realidad, que he estado siendo azotada durante muchos años por una lluvia, que no moja la piel ni enloda los caminos, sino una más dura y recalcitrante.

De pronto deja de llover, y ya puestos de acuerdo, salen a la calle. Dice Jenifer:

—¡Cuántas personas viven bajo un eterno invierno forjado por lluvias de envidia, enojo, maldad y pesimsmo!

Y tomados de la mano, se van al centro a hacer las diligencias pertinentes.