Descubre que hay detrás de la terapia floral de Bach

Hola queridos Stemians, una vez más he querido hablar un poco sobre las prácticas medicas con tratamientos alternativos. Y es que se ha dado a conocer ampliamente que los tratamientos basados en las teorías de Bach son únicos en su especie y no todas las esencias florales han sido elaboradas bajo las mismas técnicas que se emplearon en su origen.

El activo principal ideado por el Dr. Edward Bach se extrae directamente del aceite esencial de la planta. Este proceso es empleado para la elaboración de esencias diferentes entre sí y es lo que hace único el descubrimiento de Bach.

Cuando se buscan fuentes informativas es por mera curiosidad o para profundizar en la teoría que explica como las vibraciones de algunas plantas cambian de acuerdo a la hora del día y cuán efectivas son para cada terapia.

Desde este punto de vista se muestra el efecto sobre el equilibrio emocional que se desea alcanzar, aunado al encuentro y establecimiento natural que debe tener cada ser humano para compartir una vida llena de plenitud.

Esto muestra mucha afinidad con respecto al estado psicológico que debe poseer cada persona que se encuentre atormentada y lo que debería ser realmente dentro de lo que llamamos un estado natural, con respecto a su salud mental y emocional.

Las Flores de Bach más que ser una cura, son el puente para alcanzar la estabilidad en todos los sentidos, por lo que, a su vez, se convierte en una herramienta de control interno que eleva a quien recurre a esta práctica.

Para dar con las propiedades de cada esencia creada por Bach, fue necesario estudiarlas minuciosamente hasta poder crear una clasificación que se ajustara al uso de cada una de ellas y el tipo de planta que se estaba empleando.

De este modo, nacen siete grupos que se encuentran divididos según los estados emocionales que pueda estar presentando un paciente. Situando cada esencia dentro de las siguientes categorías:

Mimulus, Rock Rose, Cherry Plum, Red Chestnut.

Scleranthus, Cerato, Gentian, Gorse, Horbean y Wild Oat.

Honeysuckle, Clematis, Wild Rose, White Chestnut, Olive, Mustard y Chestnut Bud.

Impatiens, Water Violet y Heather.

Centaury, Agrimony, Walnut, Crab Apple.

Pine, Larch, Elm, Sweet Chestnut, Star of Bethlehem, Wilow, Oak, Crab Apple.

Verbain, Chicory, Vine, Beech y Rock Water.

Observando cada una de estas afecciones, se muestra como todo influye enteramente en las emociones y en el organismo mostrando como cobra vida la teoría de Edward Bach. Sin duda es una ciencia natural que va más allá de lo exclusivamente médico donde se hace necesario profundizar en cada uno de los grupos y así conocer cómo se presentan los resultados después de cada terapia.

Quizás una de las principales dudas sea si las flores de Bach se pueden convertir en una adicción a largo plazo. Es necesario entender que esta terapia no se ha creado basada en la medicina convencional.

Al poseer solo plantas y flores silvestres no existe la posibilidad de que se produzca un estado de adicción tras su consumo. Estas flores son una fuente natural que incluso puede ser consumido por niños y ancianos, con la única diferencia que debe seleccionarse la flor correcta para iniciar el tratamiento.

Las flores de Bach están enteramente vinculadas al crecimiento espiritual regulando los niveles de ansiedad que generan la pérdida del equilibrio emocional y que a su vez repercute en los estados de ánimo de una persona.

Al no ser un tratamiento adictivo, es completamente seguro su consumo. Es tal su efecto que las Flores de Bach son utilizadas en niños que posean alguna fobia o miedos clásicos como a la oscuridad.

También es posible atender la hiperactividad, timidez y pesadillas nocturnas que generan problemas a la hora de conciliar el sueño. Como se ha demostrado, para cada caso el tratamiento es diferente, pero los resultados se muestran desde el primer momento en que se inicia la terapia.