A la mar, mi mar
La Guaira, Vargas, Venezuela.
Fotografía: Álvaro José Franchesky
FRAGMENTOS DE UN DIARIO
Bogotá, Colombia (marzo)
A LA MAR, MI MAR
Primero fue el miedo. Seguidamente, el reconocimiento nos enfrentó. Yo huía del sol, de la sal y del agua, mientras que su vastedad se escondía de mi juicio. Ella siempre fue más inteligente.
Un día le dije que todo lo que quería era ser como ella. Inmensa, desafiante, eterna; con el poder de embellecer y dar sentido al horizonte. También con la furia necesaria para destruir lo que me acechaba sin preguntarme cuánto me dolería.
Nos sumergimos en el interior de un universo acuoso. Era el universo de ambas. Lágrimas corrían por mis mejillas, confundiéndose con sus aguas. La emoción me encarnaba como si no hubiese mañana. Era un bautizo, una inscripción de que debíamos estar juntas y que nos llevaríamos en el alma aún en la distancia.
Le dije "soy tuya y tú eres mía", y desde entonces, somos la misma. La recuerdo con la guitarra de un catalán. Me entristezco porque no está sobre mis pies, indicándome el camino que me lleva a casa.
Desde mi partida sueño con volverla a ver. Sólo esa mañana volveré a sentirme plena, completa, marejada.
*El catalán de la guitarra es Sergi Boal, un músico al que admiro profundamente y que pude entrevistar para mi blog Jardín de Palabras. Actualmente, es mi amor platónico (¡Pero shhhhh... No se lo he dicho aún!).