*Dos mujeres

Al hacerse de noche, dos mujeres se conocen a las afueras de un centro comercial. Casualmente, dice alguna, iban por la misma chaqueta de cuero rojo de la estantería. En eso, intercambian palabras por un corto instante, descubren que tienen gustos en común, y más tarde deciden irse caminando. Con sorpresa, una de ellas dice:

—Mucha soledad por aquí amiga... ¿verdad?
—Verdad —responde la otra.
—Sí —dice la primera, y saca una pistola.

*Cómo cambian las cosas

Marcos era un sinvergüenza que gritaba cada vez que cortaban la electricidad: "Maduro…", y cuéntese el resto. Siempre lo escuchábamos. Sin luz. Todo la noche. Fuerte y claro. Hasta que minutos más tarde el aire se ponía caliente, y no había que tener suerte para que algún individuo respondiese con un "viva…", y cuéntese otra vez el resto. Sin embargo, ¡cómo cambian las cosas! ¡Quién hubiese pensando que los gritos de Carlos ya no se escucharían jamás! Fue una sorpresa, incluso para los que siempre le respondían. Sencillamente se quedaron ahí, quietos, atrapados en la noche oscura, esperando el grito con el oído clavado la ventana. ****

*El muerto del amigo

—No se puede hacer nada. Está muy muerto.
—Pero era mi amigo.
—Es verdad, sí. Pero está muerto, y no hay nada que se pueda hacer por un muerto, ni llorando ni rezando. Por eso te lo digo. Tú no tienes la culpa y lo sabes: fue él quien se pegó el tiro… Así que anda, déjalo y vámonos. Ya no quiero seguir aquí; me dan nauseas.
—Pero...
—Pero está muerto.