Los sonidos de mi infancia

in #literatura7 years ago (edited)

Amables, le pongo acá un texto que escribí hace ya un tiempo. Recoge algunas emociones y recuerdos gratos de la niñez y juventud temprana, esos que hacen que se vaya curtiendo el alma de tanto añorarlos.

Recuerdo haber crecido escuchando algunos sonidos muy particulares que marcaron mi memoria auditiva. En casa era familiar el repiqueteo de una Singer de pedal que Mamalolita manipulaba con una increíble destreza durante todo el día, acompañando la tarea con un silbo melodioso y un canto casi imperceptible en ritmo de polo, fulía o galerón; ya al final de la tarde y con un canto más claro, siempre una copla improvisada, mostraba con orgullo el producto de sus manos.
De la calle evoco el repiqueteo indetenible del telégrafo del pueblo con mensajes en código Morse. Un sonido que por muchísimos años emergió misterioso para mí y los muchachos de muchas generaciones, desde el interior de la casa del telegrafista durante las veinticuatro horas del día todo el año; sonido del que yo, aun pequeño, intentaba descubrir la fuente saltando furtivo delante de las grandes ventanas permanentemente abiertas a la calle, sólo me topaba con un gran reloj de pared del que quizá emanaba algún tictac opacado por el sonido del telégrafo.
A eso de las cuatro de la tarde, cada cierto tiempo se formaba alguna algarabía entre chicos y grandes, cierta prisa, risas y uno que otro llanto. Se acercaba el carro de los helados saltando en las maltrechas calles de tierra del pueblo, sonaba la sempiterna melodía que parecía extraída de una cajita de música y que aún al escuchar de vez en cuando por ahí, como perrito de Pavlov, se me hace agua la boca.
También marcaron mi infancia los sonidos de la radio. Recuerdo había en casa un hermoso aparato receptor Riviera, una caja color marfil con una malla marrón y varios botones en el frente que me llenaban de intriga. Diario escuchábamos algo de música, noticias y las radionovelas que eran las favoritas de la abuela. Era la época de Martín Valiente, El Ahijado de la muerte, a la una de la tarde por Radio Rumbos; mis compañeros de clase y yo salíamos presurosos de la escuela a escuchar cada episodio para comentarlos al otro día en el recreo. Radio Sucre nos brindaba sus ‘programas de talento’, Notisucre y los recordados Viva los recuerdos y la Historia de las canciones, voces como la de Enrique Tremont Zuleta, Mauricio Ruiz, Manuel Sánchez Díaz, David Correa, Humberto Rodríguez Narvaez, se grabaron en mi memoria. Ya en las noches entraba también la señal de Radio Bonita, la guapa desde Guarenas y de Ondas Porteñas desde Puerto La Cruz. Radio Margarita y Radio Maturín nos permitían escuchar en mayo los festivales nocturnos de galerón, allí conocí la voz del maestro Pedro Bellorín Caraballo.
Un sonido que no puedo pasar por alto, el timbrazo del teléfono, me puso en ascuas durante un buen rato la primera vez que lo escuche. Provenía de una compleja central telefónica de manivela y clavijas que instalaron en la casa de la tía Lina, desde donde se brindaba servicio de telefonía pública a todo el pueblo y sus adyacencias, era el 81-00-6. El histórico número fue el primero que se instaló en Las Piedras de Cocollar, y el único que durante más de tres décadas sirvió de conexión con el resto del mundo, porque hasta llamadas internacionales se procesaban desde aquella central, en la que, ya en mi juventud temprana, hice de operador.
Todo ha cambiado, ahora suenan los ring tones digitalizados de los teléfonos. El telégrafo con su encanto se perdió, aquel ruido como de cremallera que producía el disco del teléfono al marcar cada número, las nuevas generaciones no lo conocen. El vallenato y el reggaetón invadieron la radio, los noticiaros con la marimba ya no se hacen y desaparecieron las radionovelas de los horarios estelares de la radio, desplazadas por la televisión y su magia.

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También atesoro sonidos de la infancia, que ahorita me llenan de mucha nostalgia ya que me recuerdan el tiempo vivido y los años, experiencias y personas que y ano estarán. Te doy la bienvenida nuevamente .
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Gracias por compartir... Tus imágenes en palabras me llevaron a mi infancia, donde algunos sonidos y aromas fueron determinantes. Me gustó mucho esa forma sencilla de evocar memorias. ¡Espero la segunda parte!

Hola, @jmcarpintero. Me gustó ese motivo escogido -el del sonido- para hacer ese viaje emotivo a la infancia, marcado por la nostalgia. Un lenguaje sencillo, comunicativo y muy expresivo.

Genial aparte de los olores, los sonidos son de las cosas que más recuerdos traen incluso sin volverlos a escuchar (a diferencia de los olores que para traernos recuerdos tenemos que volverlos a oler). Los sonidos de la radio eran unos también presentes en mi infancia, ya que mi padre era en esa época DIEXista. Recuerdo el sonido de Radio Naval Cajigal "al oir el tono serán las cuatro horas, treinta y ocho minutos, diez segundos... piiii"