Súperman
Espera, impaciente, frente a la puerta del baño. La mirada fija en los zapatos que luego pasan a mi. Noto la tristeza o, quizás, la inconformidad. ¿A qué hora sales? - me dice - A las seis. -¿Todos los días? - No, de viernes a domingo salgo a las 8. Suspira. Yo salgo todos los días a las 8pm. Le sale una sonrisita por la comisura de los labios, supongo que es el resultado del diálogo interno que tiene consigo mismo en donde confirma, una vez, más que "a él le ha tocado más difícil" que a mi, que a cualquier otro. ¿Qué hacías allá?, pregunta. Trabajaba en una agencia de relaciones públicas y comunicaciones, organizaba gira de medios para bandas y proyectos culturales. - Yo era corredor de seguros. Mi propio horario. Sin jefe... eso sí era vida. Sonrío. Pasan tantas frases y lugares comunes por mi cabeza que prefiero no decirle nada. Igual, él ya volvió a ese terrible diálogo interno que le hace bajar la mirada otra vez, de vuelta a sus zapatos.
A las 4pm vuelve a aparecer. Te quedan dos horas. Finjo que no me he dado cuenta: ¿Ah, si? ¿Qué hora es? Las cuatro, responde mientras deja sobre el mostrador una torre de vasos que debo fajinar, secar y ordenar. ¿Almorzaste? le pregunto. No, no me gustan las empanadas de aquí. Silencio.
Una hora más tarde su voz resuena por encima del chorro de agua de la bacha. Ya te vas, dice aliviado. Sonrío y antes de que pueda decirle algo, continúa. Yo trabajo hasta hoy aquí. Me salió algo mejor. - ¿En serio? ¿A dónde te vas?. -Por mi casa me ofrecieron un trabajo... es mejor... bueno, es lo mismo pero queda cerca de mi casa y no gasto en el pasaje. Ah, digo, si, mejor no gastar. Comienza a enumerar las desventajas y lo terrible de esos dos días que lleva en el restaurante: te tratan mal, son déspotas, en Venezuela yo no tenía jefe, tenía mi propio horario, ¿te conté que era corredor de seguros? Sigue hablando y yo pienso en la cantidad de veces que he dicho lo mismo. Cuántas veces me he quejado del trato déspota, del absurdo contraste entre pasar el trapo y coordinar una gira de medios, en tantas cosas que ya no están y que forman parte de esa otra vida que ahora parece ser de alguien más.
No es fácil, Luis - digo, sacándolo de su monólogo - Y sí, puede que sea parte del proceso de adaptación. El detalle está en que cuando llegas aquí todo cambia y todo desaparece. Menos tú. Sabes qué eras, quién eras, qué hacías, qué tenías. Sabes. Pero toca, Luis. Es como Clark Kent... Hace un gesto raro, parece que ya no me sigue. -¿Como Clark Kent? -Si, le digo, el pana sabe volar, tiene visión de rayos x y súper fuerza, seguramente mira a todos en el trabajo con esa miradita de "tú no sabes quién soy yo": Pero guarda silencio y se la banca. Porque en el fondo él es Superman. Con lentes, disfrazado de traje y corbata, no deja de ser Superman. Es casi lo mismo, Luis. Se ríe. Siento que fracaso en la analogía porque, si, es bastante mediocre pero parece que entiende el punto.
A las 6 me voy. Luis no está por el pasillo, ni por la bacha. Quizás está arriba, fajinando más vasos o pensando que ya yo me fui y a él le quedan 2 horas más.
Yo no soy Clark Kent. Para nada. Me reconozco más en esto que dice mi querido profesor Ricardo Ramírez en su diario:
"Sean cada uno de ustedes un lugar de libertad. Como Montag en Fahrenheit 451 de Bradbury, sean cada uno de ustedes un autor, el que quieran; sean cada uno de ustedes su lugar favorito de la universidad, un aula del pasillo de la Escuela de Letras. Memorícenlo. Apréndanselo de memoria. No importa adónde vayan en un futuro, en qué paraje del mundo desembarquen, cuando cierren los ojos, claramente lo verán: ustedes son esa aula, ustedes son la Universidad. Serán ese autor, esos autores que memorizaron, que leyeron y releyeron hasta desgastar las páginas. Serán Proust, Rabelais, Celan. Serán lo que todo lector realmente es: el universo.
Esa es la libertad. Una lucha diaria, constante, por mantener viva en la memoria de los hombres la memoria de los hombres. Una responsabilidad.
Algo por lo que vale la pena vivir."
Excelente! Gran cuento, je. Me gusta cada una de las referencias que haces! Y bueno, que se puede decir... es genial que Superman te inspire así jaja
Jajajajaja es raro. Creo que forma parte de nuestro imaginario cultural pop, ¿no? Estamos hechos de esas referencias, de esas imagenes con las que - inevitablemente - crecemos. Y a veces pasa que en las situaciones menos esperadas, aparecen para hacer evidente algo.
Gracias por leer.