Diario de mis pesadillas
Estábamos buscando a un individuo anómalo para la organización, alguien que tenía la capacidad de manipular todo dentro de una ciudad, personas, animales, objetos, alguien muy peligroso.
La doctora y yo, junto a un escuadrón de soldados bien preparados a órdenes de un general un poco chocante pero astuto en su labor; logramos capturar al individuo, llevarlo en helicóptero y posteriormente encargarnos del joven con leves experimentos para determinar que era aquello que le daba las cualidades que poseía.
Durante los periodos de prueba, descubrimos que el individuo poseía una capacidad social muy buena, era un sujeto amigable y para nada amenazante, uno de esos individuos cotidianos que sólo quiere hacer su vida y no vérselas en muchos problemas. Al poco tiempo, tanto la doctora como yo le dedicamos una porción de nuestra amistad y confianza como apoyo para el joven, decidiendo al poco tiempo darle una leve visita a la parte exterior de las instalaciones.
Pero aquel general, aquel maldito hijo de puta era un ser demasiado despreciable, lo insultaba, menospreciaba, buscaba siempre tratarlo de mala manera y promover que lo abusáramos, decía que era malo y que era un peligro, que debía ser eliminado.
No lo soportaba, o no por lo menos la doctora y yo, ¿cómo te puede caer tan mal alguien tan agradable y joven? Absurdo.
Llego el día deseado, tras muchos permiso, una leve visita al desierto exterior de las instalaciones, bajo la fachada de una casa de campo con un porche abierto muy agradable, sería su salida al exterior durante toda la tarde.
Las cosas marchaban bien, lamentablemente la supervisión del general no pudo evitarse, por lo que sin poder objetar, nos acompañó hasta las afueras para evitar que el joven escapara.
Todo transcurría normal, unos cuantos mosquitos por el sol, calor agradable y unas sillas de madera que dejaban que el relajo y la frisa tranquilizaran el cuerpo.
El general empezó a pelear con el joven, insultándolo y diciendo que algo no estaba bien, que esto no era normal. No lo entendíamos, pero cuando intentamos levantarnos de las sillas, nuestros cuerpos se quedaron pegados.
—Oigan, —dijo el joven— ¿quieren ver algo gracioso?
El general replico en molestia, preguntándose que qué estaba pasando, un mosquito pico su piel, causándole molestia, seguido de otros pocos. Lo ridículo de la escena nos sacó unas risas, era muy inocente y chistoso para ser malo.
—Ja, ja. Miren que más pueden hacer los mosquitos… —volvió a comentar el joven.
Nuestras risas bajaron un poco tras su comentario. La piel y ropa del general empezaron a llenarse de cortes demasiado, delgados, como si fueran hechos por agujas, de un lado a otro, sin que este pudiera defenderse.
—Creo que ya está bien… —comente— ja, ja, ja, no tienes que seguir…
—No… —respondió— aún no.
No podíamos movernos, los mosquitos empezaron a hacer cortes en forma de cono en el general, dejando muchos agujeros en su cuerpo que empezaban a exponer carne y nervios, sustancias nerviosas, que luego grupos de ellos empezaban a picar a clavarse en ellos, produciendo mayor agonía en el inmóvil general.
—Es suficiente, para… —dije alterado.
—No… aún no.
Los mosquitos se acercaron a los oídos del general, destrozándolos por dentro y dejándolo sordo, reventando sus tímpanos con sus agujas.
Quise quejarme, pero se me negó sin siquiera hablar.
—Aún no es suficiente…
Los mosquitos empezaron a pinchar los ojos del general, reventándolos y haciéndolos estallar como globos de sangre.
No soportaba más, los mosquitos no se detenían pero tampoco buscaban matarlo, sólo lo querían hacer sufrir.
—Es demasiado, detente. —Dije al borde del vómito, viendo la cara pálida de la doctora.
—Aun no es suficiente. —Respondió molesto.
Desperté.
Como nota final, me gustaría comentar que este sueño coincidió con un maratón de SCP por lo cual es probable que se note alguna influencia de dicho mundo ficticio en mí.
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