Controlar totalmente el resultado de cualquiera de nuestras empresas no es nunca una opción. Incluso el proceso de nuestro propio autodescubrimiento es paradójico porque cada día cambiamos de formas confusas y nuestro pasado, que a veces resuena, otros días simplemente parece inaccesible en la memoria. ¿Cómo evitar perdernos cuando las cosas no fluyen entonces? ¿Podemos siquiera enfocarnos en aquello que controlamos? Por una parte, cuando nos sentimos superados, debemos desarrollar el temple para descargar el peso de las expectativas.
En esas situaciones, el pensamiento emocional hace las cosas más difíciles. Si logramos juntar ese temple, podemos en cambio avanzar resueltos, incluso cuando las circunstancias son muy complejas. Sentirse desbordado implica que sentimentalmente nos urge el apego, de lo que el estrés está hecho. Debemos recordar que nuestra experiencia es siempre acotada por lo que podemos dada la impermanente situación, y no cómo intentamos hacernos de lo que sea que nos genere ese deseo y esa delusión de control y estabilidad. Si largamos, podemos migrar hacia la racionalidad y de hecho, hacia cierto nivel de control sobre las cosas en las que tenemos cierta injerencia: cómo percibimos y construimos la realidad.