Compartir nuestros intereses y nuestras metas es importante para la construcción de nuestra identidad. Compartir con los demás es además lo que nos mueve a la amabilidad. Cuando lo hacemos y ponemos adelante los aspectos más positivos de nuestro ser, aumenta nuestra motivación para buscar quién somos realmente, cuáles son las cosas que nos mueven, cómo queremos afectar nuestro entorno de forma positiva y cómo podemos ocuparnos diligentemente de nuestro autocuidado.
Cuando el contenido de las redes sociales resuena con algunos aspectos de nuestro ser, nos sentimos atraídos e interesados. La aceptación y mantenerse abierto son parte de este proceso, pero también nuestra autodefinición, encontrar nuestro verdadero ser. Cuando nos ponemos al día con alguien que está en sintonía con nuestros intereses, no sólo no provoca una sensación de validación. Además, es cómo si nuestras historias imaginarias cobraran vida, nuestra fantasía se materializa porque alguien más parece haberse conectado con ella. Así, participar es una potente manera de hacer reales nuestros proyectos e ideas abstractas o desorganizadas ya que la identidad es precisamente la interfaz entre nuestro mundo interior y lo que hacemos con los demás.