¿Cómo estás tú?
Otra vez en la banca con gente, pero la sensación de soledad...
Gritos en silencio...
El dolor de no poder gritar.
¿Cómo calmo mi ansiedad si no puedo respirar?
Tendrás mucha gente amiga a tu alrededor, pero muy pocos en los que puedes confiar. Te sientes juzgado, culpable, tanto así que tienes miedo de destruir a los que te quieren ayudar.
Te ahogas en tu propio silencio, y tu cuerpo empieza a hablar.
"¿Por qué las palabras te duelen tanto?", te preguntas.
"Porque los amas. Porque los amas."
Y por eso te duele tanto. Nadie espera que tu casa sea la primera en destruirte.
Te han dicho que en la calle hay mucha maldad, gente que te va a traicionar, y ahí es donde te das cuenta de que los primeros son ellos.
Es momento de soltar el cordón umbilical que no te deja avanzar, aunque sabes que no es fácil.
Lo más seguro es que tengas preguntas:
¿Cómo empiezo? ¿Cómo lo hago? ¿Dónde busco? ¿Para dónde voy?
Hay otros que, por los sentimientos colapsados y guardados, actúan por rabia, impotencia.
No pensamos lo que estamos haciendo, estamos cegados por nosotros mismos, que todo lo que te digan no lo puedes realizar, porque en toda tu vida te han obligado a ser perfecta y sumisa.
"Y los que te quieren ayudar... ¡Tú ya estás cansada!"
Sé que provoca irte sin pensar o no existir más, pero hoy te digo que ya es suficiente.
No es tu culpa.
No los puedes cambiar.
No naciste para ser la 'cunita' de todo el mundo.
No todo está en tus manos.
A mí me ha costado entender, y me ha dolido bastante. He minimizado lo que siento, lo que pienso por sentirme menos que los demás. Oculté todo e hice todo con mis fuerzas, pero siempre hay un límite.
Tenemos que sanar y perdonarnos y saber amarnos y aceptar tal y como somos. No tienes que cambiar; no hay nada malo en ti. Son ellos, no tú.
Y amarlos. La clave es sanar y amarte.