Cuando miramos a la gente joven solemos mirar belleza en ellos, la lozanía y la frescura son propios de la juventud, sin embargo, es una belleza pasajera, hay otra belleza que es más grande y es la que brota del interior… ¿No te ha pasado que has visto a una persona y la luz en su rostro llama tu atención? A veces le llaman carisma. Sin reparar en la edad, es la belleza de la felicidad que resplandece y que no se apaga con el tiempo.

Es posible que la juventud tenga sus grandes atributos, pero es la edad adulta la que va afinando y perfeccionando lo que somos, y nuestros rasgos se van pronunciando de acuerdo a nuestros sentimientos, emociones, y pensamientos…

¿Te has fijado como el ceño fruncido se va marcando profundamente, así como las comisuras de los labios se caen cuando se pasa mucho tiempo en el desánimo? Sí, así sucede, y el rostro se va quedando con esas marcas que luego se convierten en arrugas, y no es cuestión de huir de las arrugas sino ver qué arrugas son las que más se acentúan, estas pueden darte una pista de cómo estas viviendo…

Los ojos sonrientes, con patas de gallo, muestran la sonrisa más autentica, la verdadera sonrisa es la que se hace con todo el rostro, y es la que parece decir estoy feliz de ser quién soy, y por eso estoy tan feliz de verte.

Sé que muchos me podrán decir que la felicidad es algo inalcanzable, que corre y se aleja como el horizonte, cada vez, sin embargo, creo que la felicidad se relaciona más a como nos sentimos con nosotros mismos, la forma en la que nos aceptamos, la manera en la que nos permitimos estar en el momento presente y disfrutar de él.

Todo se trata de encontrar cada día un espacio en el cual estar plenamente. Hay muchas historias acerca de cómo personas que estuvieron presos por mucho tiempo, empezaron a fijar su atención en las cosas más pequeñas, en el movimiento de una hormiga, en su propia respiración.

Darse cuenta que estas vivo, viva, y que tienes este día para vivir, como un regalo.

Cada día tenemos ese amanecer para hacer, para soñar, para disfrutar, amar, sonreír, hacer cada cosa como si fuera para Dios, como decía el gran Miguel Ángel, quien sabemos que alcanzo la perfección en cada una de sus obras artísticas…

Necesitamos una inspiración, un norte a seguir, un camino por el cual andar al despertar cada día, y andarlo con la mejor actitud, la mejor sonrisa, eso es la felicidad.

Tener un día normal, es felicidad, y es tan sencillo y tan simple que no nos damos cuenta de este regalo.

Sonríe, aunque no tengas ganas, ríete, la risa es tan mágica que es contagiosa, nos reímos cuando escuchamos una risa sincera, con ganas.

Ríete, no solo te verás hermoso, hermosa, sino que estarás abonando al camino de tu felicidad, cuando descubras que es sencillo ser feliz, no dejarás de practicar este arte.

tomate tiempo para hacer cosas que hagan que tu corazón sonría (fuente desconocida)