1.- ¿Existe alguna diferencia entre prometer y jurar?

Desde mi punto de vista, jurar y prometer son idénticas. Tanto con una como con otra, el crédulo que confíe en el timador/a de turno puede caer.

2.- ¿El juramento es un acto que todavía se considera sagrado o en nuestra disipada actualidad ya no tiene importancia alguna?

Cualquier pendejo capaz de articular palabra puede jurar o prometer lo que sea con tal de que le crean y le hagan caso. El mentiroso aprende a seleccionar a sus futuras víctimas para ahí empezar a prometer y/o jurar a cambio de algo ya que las mismas, una vez que se den cuenta del engaño, no podrán deshacer lo ocurrido ni conseguir una compensación por el daño sufrido.

El valor de la palabra -y por ende, del juramento- puede hallar eco solo en otro individuo del mismo pensar.

3.- ¿Consideras que el juramento de amor es una expresión romántica o una cursilería que disfraza la inseguridad?

El amor puede o no ser cursi. La gente dice que no hará ciertas cosas en caso de estar enamorado y cuando llega el momento, acaba haciendo cosas que nunca pensó que haría.

Yo no creo en juramentos, pero sí en acciones. Mover la lengua para prometer y enganchar a los demás es algo que cualquiera puede hacer. Ponerse de pie y empezar a trabajar para cambiar las cosas y hacer realidad las fantasías de una relación es mucho más complicado que lo primero.

4.- ¿Conoces algún caso de la realidad o la ficción en que el cumplimiento de un juramento de amor propició la felicidad entre dos personas?

Sólo sé de tres casos. Recuerdo más o menos cuándo esas relaciones empezaron y, hasta el presente, esas personas siguen juntas. Es bueno ver que pudieron hallar a alguien con quién planificar una vida y no sólo a algún aprovechado/a que sólo querían pasar el rato.