Reflexionando: Escuchando mi voz interior

Hoy como cada día salí bien temprano a entrenar, hoy me tocaba cuestas y las estoy haciendo con una amiga, nos toca a un ritmo suave, así que vamos conversando, ella me venía contando de una noticia terrible de una adolescente, y comentábamos lo que está pasando con los jóvenes, con su crianza y lo perdido y dañada que están las cosas en el mundo, y mientras íbamos corriendo, alguien me grita, y al voltear veo que era una muchacha que viene cada día al parque con su hermana, todos los días nos saludamos, pero ni ella sabe mi nombre, ni yo el de ella, hace unos días le aconsejé que como lleva audífonos no se aísle completamente, ya que no escucha cuando los corredores rápidos le piden permiso y pueden llevársela por el medio, y ella ahora solo lleva un audífono y el otro oído despejado.

A todas estas, nos dice a mi amiga y a mí, que sabía que no podíamos detenernos porque estábamos entrenando pero que quería darnos unas frutas, realmente me sorprendió, no me lo esperaba de alguien que no me conoce, ella sacó dos cambures, dos duraznos y una manzana, realmente ese momento fue sorprendente para mí, le agradecí su hermoso gesto, y solo pensaba en que era Dios hablándonos, diciéndonos que todavía hay esperanzas en este mundo, hay gente buena, lo comenté con mi amiga y opino lo mismo, estábamos maravilladas.

Dejamos las frutas donde habíamos dejado el agua y seguimos corriendo, cuando terminamos las cuestas, nos hidratamos y nos comimos el cambur, y mientras me lo comía, le comento a mi amiga que seguramente mi madre me diría que no me comiera eso de alguien desconocido, y bueno realmente soy muy desconfiada y todas las situaciones diarias de la vida, nos indican que debemos estar atentos a todo, pero en mi corazón sentí que no había maldad allí.

Cuando llegué a mi casa, me senté a desayunar y conté lo que pasó a mi mamá y a mis hermanos, y no me había equivocado, me dijeron que no me comiera eso, aun traía la manzana y el durazno, y a pesar de que les expresé lo que sentía, nada los hizo cambiar de parecer, yo agarré mis frutas, las lavé y me las llevé a mi cuarto para comérmelas cuando tuviera ganas.

Creo que estamos tan acostumbrados a la gente mala y a las cosas malas, que la bondad y el desprendimiento son algo fuera de lo común, cuando deberían ser lo normal, el mundo que vemos a diario nos invita a desconfiar hasta de nosotros mismos, ¿por qué me darían una manzana o un durazno que son frutas caras? Eso me preguntaron en casa, y todo lo sucedido, me ha hecho reflexionar bastante.

Si yo sentí que Dios me contestó al instante, cuando dije “que está pasando en este mundo con la gente” y El me dijo en este mundo hay gente buena, noble, bondadosa, y no se necesita una razón para ser quien se es, entonces, yo creo y siento de una manera, y el mundo a mi alrededor de otra, por qué debo cambiar mi esencia y esa primera percepción que alegró mi día mucho mas aun, yo decido creer en mí, en mi intuición, en ese Dios que me habló a través de ese ser, así que voy a disfrutar mi manzana y mi durazno, ya que los he recibido como un regalo de Dios.

Y tú que opinas?

Gracias por leerme, te deseo salud y bienestar; además de éxito en todos tus proyectos de vida.

Las imágenes son de mi autoría, captadas con mi celular Infinix Smart 8 Pro y rotuladas en power point.

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