La morrocoya cuántica - La importancia de no detenerse.
Palabras de un padre a su hijo mientras caminaban por el pueblo:
_ Pienso que todavía me falta practicar mucho, si en apenas unos días me llamaran para ir a tocar no me sentiría lo suficientemente preparado para hacer el trabajo.
_ La historia del "no estoy preparado" la he escuchado una infinidad de veces, es la misma de "estoy esperando que". Son trampas del miedo para mantenerte en tu zona de confort, seguro pero estancado. Tú no te preocupes por eso y sigue practicando constantemente. Finalmente quien sabrá si estás listo o no para tocar con él es el dueño de la agrupación.
Puede ser contraproducente fijarse demasiado en la meta que se quiere lograr, y menos compararla con lo que apenas se ha logrado. Si colocas un primer bloque pensando en todos los que te faltan para terminar un edificio, tarde o temprano terminarás perdiendo el entusiasmo y te invadirá el desánimo. Es preferible celebrar los pequeños avances, eso hace que el trayecto sea más agradable y emocionante, pues cada día te levantarás buscando esa adictiva satisfacción de haber dado un paso.
Pasos, uno tras otro, ese es el secreto.
¿Has escuchado sobre saltos cuánticos? Te cuento, a algunas personas no les satisface el discurso del poco a poco, sienten que la vida es muy corta para tener paciencia, así que apuestan por cambios vertiginosos y radicales hacia la felicidad, riquezas, salud, abundancia.
Yo creo en que eso es posible, mira, allá adelante a unas cuatro cuadras vivía un muchacho que hace un poco más de un año fue firmado por un equipo de las grandes ligas por varios cientos de miles de dólares, imagina cómo le cambió la vida de un momento a otro. O piensa lo que pudiera pasar si un día alguna empresa europea, por dar un ejemplo, me contactara para que haga de compositor para alguna orquesta, a dos colegas míos les pasó y con mucha probabilidad me pudiera pasar también. Esos son saltos cuánticos.
Sin embargo, para que pudieran firmar a aquel muchacho primero debió demostrar que es bueno en lo que hace, los mismo para que me contraten a mí. Y para ser bueno en algo hay que dedicarse con mucha fuerza y constancia, para mí es como un morrocoy.
En casa cuando era joven había una morrocoya grande y pesada que avanzaba con pasos muy cortos y aparentemente lentos. En ocasiones se metía del patio a la casa por lo que había que sacarla antes de que hiciera una gracia en la sala. Muchas veces la veía tratando de superar un pequeño escalón que había en la puerta de la cocina, como estaría ocupado tal vez picando o lavando algo rápido, esperaba a desocuparme de lo que hacía en el momento para luego encargarme de ella, pero cuando terminaba rápidamente y volvía a voltear ya el animal estaba en medio de la casa.
La morrocoya avanzaba más rápido cuando nadie la veía.
Pero claramente este animal no leía libros de emprendimiento, superación, autoayuda o parecidos, ni invertía en entrenamiento con un coaching o asesor personal, mucho menos hablaba sobre saltos cuánticos. Ella simplemente avanzaba un paso tras otro sin detenerse para nada, con pisadas muy cortas y laboriosas, imagina cargar tanto peso con patas tan delgadas, pero esos animales no se detienen, por lo que en largos tramos podría avanzar más rápido que una liebre, como cuenta la fábula.
Si te concentras en esos pasos, que por ser cortos no son necesariamente fáciles, y celebras cada pequeño logro, uno tras otro sin detenerte, cuando alcances a notarlo habrás logrado maravillosos cambios en tu vida. Pues al final de cuentas, el tiempo es relativo.
Dedicado con amor a mis hijos @davidjm y @danieljm.