Estoy nuevamente por esta excelente comunidad para dejar mi participación en el concurso de
@franyeligonzalez, por lo que agradezco a mi amiga
@napito por extenderme la invitación.
Estaba amaneciendo, el sol apenas comenzaba a salir; entonces Diego se levanta, realiza su aseo personal y se dispone a salir cuando todo aún está en silencio y de pronto ve a su pequeño hijo Lucas, listo para acompañarlo en su rutina diaria.
Viven en un vecindario tranquilo y se despiertan con el trinar de las aves, por lo que Diego le dice a su hijo que guarde silencio y salieron callados para no despertar a Anita, la esposa de Diego.
Lucas es un niño de siete años con mucha energía y una sonrisa constante que ilumina su rostro. Ambos vestidos con pantalones cortos y franelas, comenzaron a trotar por la calle despejada. Diego se había dado cuenta de que este momento era de los más valiosos. No solo compartían el ejercicio; estaban creando recuerdos.
—Vamos, papá, ¡más rápido! —gritó Lucas; sus pequeños pies pisaban la calle con entusiasmo.
Diego sonrió y comenzó a correr suavemente para llevar el paso de su hijo. La risa de Lucas era contagiosa, y cada vez que Diego miraba a su pequeño y veía su sonrisa, se sentía más motivado. Ahora, esa simple carrera matutina les ofrecía una pausa del mundo exterior.
Mientras corrían, pasaron por muchas casas con hermosos jardines y autos estacionados a un lado de la calle. Algunos vecinos ya comenzaban su día; podían oler el suave olor del café siendo colado. Sin embargo, Diego sabía que él y Lucas estaban haciendo algo especial: estaban compartiendo un momento.
—Papá, ¿crees que algún día podré correr tan rápido como tú? —preguntó Lucas.
Diego se detuvo brevemente para mirar a su hijo a los ojos.
—Claro que sí —respondió Diego. Solo necesitas practicar y nunca rendirte.
Lucas asintió y ambos retomaron la carrera, riendo y disfrutando del aire fresco que llenaba sus pulmones.
A medida que avanzaban, Diego pensó en cómo esos momentos simples eran los que realmente importaban. Cada instante al lado de Lucas fortalecía la relación basada en amor y apoyo incondicional.
Cuando llegaron al final de su ruta, ambos se detuvieron para recuperar el aliento.
—¿Sabes qué? —dijo Diego. Esto no es solo correr; será nuestra aventura diaria.
Lucas sonrió mientras ambos se sentaban en el borde de la acera, disfrutando del momento antes de regresar a casa. Mientras el tiempo transcurría, conversaron del futuro, de lo que le gustaba al niño, sus juegos y amigos.
Se levantaron y decidieron regresar a casa, caminaron durante todo el trayecto, incluso hicieron el compromiso de salir ambos a trotar diariamente; hablaron de muchas cosas y de vez en cuando reían. Cuando estaban a punto de llegar, ambos corrieron.
Al entrar a su hogar, estaban felices, por lo que Anita, la mamá de Lucas, les preguntó el motivo de tanta alegría.
—Son cosas de hombre —respondió Lucas con picardía y todos estallaron en risas.
Anita ya tenía el desayuno servido en la mesa; Lucas y Diego se lavaron las manos, se sentaron en torno a la mesa y todos agradecieron a Dios por la unión familiar y el rico desayuno.
Invito a participar a @dulcem05 y a @lucymavarez; aquí les dejo el enlace. 📢📢NUEVO CONCURSO | "Una imagen, una historia" 👈👈
¡Gracias por leer mi publicación!
Twitter: https://x.com/lanegritap4/status/1924538761741848810
¡Holaaa Sariana!🤗
Imaginar el apoyo entre padre e hijo, me inspiró mucha ternura, porque de esa manera es que se fomentan valores y superaciones... Lo mejor de todo, es que se vive en familia.
Te deseo mucho éxito en la dinámica... Un fuerte abrazo💚
Hola amiga @paholags.
Cómo bien lo expresas, esos momentos son ideales para compartir y estrechar relaciones, pero si a su vez se inculcan valores es mucho mejor.
Cuando tuve la oportunidad de compartir con mi papá, lo hice en grande y todos las vivencias quedaron grabadas.
Gracias por leer y comentar.
Un fuerte abrazo.