Tengo que admitir que, me sentí tan identificado contigo, que hasta me vi reflejado en esa escena de los “cinco minutos más”, no porque yo practique el mismo mantra, sino que soy el despertador de mi esposa, jajaja. No soy de llenarme de palabrerías al despertar; Me dedico a alistarme para salir al trabajo, pero, mientras conduzco a la empresa, dedico casi todo el camino a hacer mis afirmaciones (una forma de oración, pero sin pedir nada) y a confesar, como quiero que mi día transcurra, obviamente, agradeciendo al Universo, al Creador, al Eterno Dios, como lo quieran llamar, la oportunidad y el privilegio de haber sido despertado una vez más.

Me encantó la honestidad con la que compartes tu día, tan cotidiano y tan valioso a la vez. Ese paseo con tu hermana me pareció de lo más bonito; caminar y conversar sin apuros, ¡qué regalo tan simple y poderoso! Y de pana te digo que es algo que no he hecho en mucho tiempo... desde que salí de Chile para venirme a este país que algunos llaman Esclavos Unidos, jaja.

Y esa charla con Dios de vuelta… uff, me tocó. A veces también me dan ganas de sentarlo en una banca y decirle: *“Mira, compadre, tenemos que hablar; Yo sé que soy uno de tus mejores guerreros, pero... ¿Qué te parece si me dais unos días libres?”, jajaja. Pero es cierto, Él hace lo que puede, o mejor dicho, lo que le dejamos hacen en nosotros, y nosotros también debemos asumir lo nuestro.

Gracias por compartir esta parte tan íntima de ti. Me hiciste sonreír, pensar y agradecer, todo al mismo tiempo. Y sobre tu pregunta… a veces le doy gracias al abrir los ojos, en muy, pero muy raras ocasiones, y la mayoría de las veces mi camioneta se convierte en mi santuario personal.

¡Un abrazo grande!