Tomé cuatro rompecabezas cuyas partículas se dividen en dos mil fragmentos que componen paisajes lejanos, los coloqué en una bolsa, dejé que el tiempo y el movimiento de un punto a otro de la casa fungiesen de licuadora antes de sentarme a resolver las cuatro ventanas a ámbitos ajenos al mío.

El sol se oculta y vuelve a nacer. La luna cambia de cara periódicamente. La lluvia cae, azotando la ventana y regando las celosías y naranjas que he sembrado. Los animales domésticos y semi callejeros entran en el jardín para ponerse a salvo de los niños que les tiran piedras, los patean y les arrojan sobras.

La radio pone canciones que salieron cuando yo era joven. Las imágenes se reconstruyen lenta y progresivamente de la misma forma en que las tonadas salvan, de los cuartos abandonados de mi cerebro, recuerdos que, hasta entonces, eran inexistentes.

Los Micros anteriores están en estos enlaces:

Micros (I)
Micros (II)
Micros (III)
Micros (IV)
Micros (V)
Micros (VI)
Micros (VII)
Micros (VIII)
Micros (IX)