A Family of Otters || Una Familia de Nutrias [ENG /ESP]

The afternoon sun reflected off the surface of the lake, creating golden shimmers on the still water. We walked along the wooden path that bordered the shore, enjoying the fresh air and the songs of birds hidden among the reeds. Every now and then, the sound of a jumping fish broke the calm, leaving circles in the water before everything returned to serenity.

That's when we saw them.

First, a pair of tiny heads timidly poked out from the ripples, followed by small, dark, agile bodies. Otters. But not just one or two—it was a whole family.

The adults moved gracefully, swimming in circles while the younger ones played with each other, rolling and diving as if the lake were their amusement park. One of the pups lagged behind, trying to catch up with its siblings with clumsy movements, until one of the adults approached and, with a gentle push, helped it forward.

We stood still, silent, marveling at the scene. The otters seemed oblivious to our presence, enjoying their moment. One of them emerged from the water and shook itself on the shore, releasing a few small drops that sparkled in the sunlight.

After a few minutes, the entire family disappeared into the reeds, gliding with the same grace with which they had arrived. We looked at each other, smiling, knowing we had just witnessed something special, a small gift from nature on our walk around the lake.

El sol de la tarde se reflejaba en la superficie del lago, creando destellos dorados sobre el agua tranquila. Caminábamos por el sendero de madera que bordeaba la orilla, disfrutando del aire fresco y del canto de los pájaros escondidos entre los juncos. De vez en cuando, el sonido de un pez saltando rompía la calma, dejando círculos en el agua antes de que todo volviera a la serenidad.

Fue entonces cuando los vimos.

Primero, un par de cabecitas asomaron tímidamente entre las ondas, seguidas de pequeños cuerpos oscuros y ágiles. Unas nutrias. Pero no solo una o dos—era toda una familia.

Los adultos se movían con gracia, nadando en círculos mientras los más pequeños jugaban entre ellos, revolcándose y sumergiéndose como si el lago fuera su parque de diversiones. Una de las crías se quedó rezagada, tratando de alcanzar a sus hermanos con torpes movimientos, hasta que uno de los adultos se acercó y, con un suave empujón, la ayudó a avanzar.

Nos quedamos quietos, sin hacer ruido, maravillados con la escena. Las nutrias parecían ajenas a nuestra presencia, disfrutando su momento. Una de ellas salió del agua y se sacudió en la orilla, dejando escapar unas pequeñas gotas que brillaron con la luz del sol.

Después de unos minutos, la familia entera desapareció entre los juncos, deslizándose con la misma gracia con la que habían llegado. Nos miramos, sonriendo, sabiendo que acabábamos de presenciar algo especial, un pequeño regalo de la naturaleza en nuestro paseo por el lago.