3000 mil años atrás, las travesías y recorridos que hacían los pobladores requerían de constancia y mucha fe para poder llegar al destino pensado. De allí la existencia de pasadizos secretos que quedarían sumergidos entre tierra y agua.

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África y Egipto resultaron ser iguales y tan diferentes que cuesta descifrar quien tomó la mejor decisión para seguir existiendo hasta los días de hoy. Lo cierto es que las dos poblaciones guardan mucha sabiduría, tanta que ha sido envidiada desde la existencia de los primeros hombres.

Y entre esas personas existió un hombre muy codicioso que quería sacar a la luz todas las verdades contendidas en aquellos lugares por los años de los años, por esta razón se había propuesto conseguir esos pasadizos secretos que conectaban a los dos países.

Él no pertenecía a ningún lado.

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Desde áfrica decidió emprender su búsqueda, esta persona tenía la habilidad de pasar desapercibido, sus rasgos no eran acentuados, tenía un buen tamaño y su apariencia lo hacía ver como una persona humilde.

Nadie se imaginaba que sus intenciones eran develar los secretos que le permitirían conquistar el mundo y tenerlo a sus pies.

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El día llegó en que sus pies se marcharon de la tierra donde se amaba y respetaba a la naturaleza, donde la tradición y el origen eran valorados, donde empezó el sonido y el ritmo y donde los hombres y las mujeres tienen roles distintivos.

Su memoria guarda el rostro de tres mujeres que vestían de muchos colores, su andar descalzo que las mantenía conectadas con su esencia: pacientes, alegres y muy conformes de su destino.

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Atravesó muchos caminos, verdes, resecos, le sirvieron de guía los animales y la travesía de estos, durmió junto a elefantes que sin querer le enseñaron que la familia se cuida y es muy importante, que en la unión está la fuerza, vio muchas criaturas nacer e incorporarse al lado de sus madres sin cuestionar su destino, simplemente se dejaban llevar por el ritmo de la naturaleza.

Mientras eso sucedía, aquel hombre tuvo sueños muy reveladores, eran tan vívidos que parecían ser una extensión del día, sólo que en muchas oportunidades él sabía que eran sólo sueños porque se despertaba sobresaltado.

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Llegó a desiertos e igualmente le sirvieron de guía los rituales de los animales que habitaban allí, aplicó lo que estos para sobrevivir, aprendió de muchas especies que la energía no se puede desperdiciar, que hay momentos donde quedarse tranquilo es lo mejor, que cada noche estrellada trae consigo un nuevo amanecer y con esto otra oportunidad para florecer, como los cactus y demás plantas que atrapaban del ambiente lo mejor y lo convertían en lo que no era común por aquellas áreas: la humedad y el agua.

Y entre tanto y tanto, él seguía soñando, como si cada sueño le diera una pista más acerca de este tipo de experiencia.

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Y entre tanto silencio que llegó a guardar y tantas palabras que no dijo por estar inmerso en pensamientos reflexivos por el día y extensiones de sus vivencias por la noche, los pasadizos secretos que tanto anheló conocer se le fueron mostrados, el mismo camino se los mostró y llegó a lo que él creía sería el lugar donde encontraría las verdades que le ayudarían a controlar el mundo para tenerlo justo a sus pies.

Uno de los túneles le permitió llegar hasta los compartimientos más profundos de las pirámides, él no conocía el idioma que se encontraba tallado en las paredes de las pirámides, pero le bastó ver los símbolos para entender lo que allí se mostraba.

Sorprendido vio como había símbolos que mostraban los animales que él vio durante su travesía ¡si!, esos que le sirvieron de guía para sobrevivir: elefantes, tigres, escarabajos, lagartos y aves. También vio dibujada las estrellas, el sol, los árboles y el hombre que caminaba observando con fascinación todo aquello.

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Sin darse cuenta sus pensamientos iban narrando lo que estaba grabado en las cámaras y antecámaras sepulcrales de aquellas pirámides, sencillamente y sin darse cuenta narró mentalmente el conjuro secreto que estaba allí desde tiempos del antiguo Imperio de Egipto.

Fue tarde cuando logró entender lo que estaba sucediendo, simplemente aquel hombre había narrado para si la recopilación de creencias religiosas y cosmológicas, que se empleaban durante las ceremonias funerarias de los faraones, sólo que él aun tenía vida y ese fue el grave error.

Y fue allí cuando un gato se mostró a su lado y el hombre entendió que el misticismo que caracterizaba a aquellas criaturas los hacía los compañeros de viaje entre la vida y la muerte, no le dio tiempo aceptar su nueva realidad, sólo dejó de sentir su cuerpo y notó como un hilo de luz fue completando la forma humana que lo iba dejando.

Ligereza, expansión, movimiento más allá del que le ofrecía un cuerpo de carne.

El hombre jamás tendría al mundo en sus pies, porque simplemente no podría estar en este mundo, entendió que la sabiduría viene de la naturaleza y los animales que habitan en ella, de allí que los africanos honren esto y mantengan contacto con estos dos grandes maestros, que el verdadero dominio es el descubrimiento de uno mismo y que mientras se exista en este mundo hay que ser observadores de todo y de sí mismo.

Mention: @yancar @inspiracion @wakeupkitty

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