Escape

in Colombia-Original2 days ago (edited)

Hola a todos.

Este cuento se me ocurrió al ver las imágenes que me eligieron para que hiciera algo con ellas. Se los juro, tan pronto las vi quedé bajo su yugo. Por eso digo que ellas me eligieron a mí.


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Escape

Lucero y Cristina, paradas en la ventana, observaban la ciudad, más específicamente, a sus habitantes. Esperaban ver algún cambio importante en ellos.

Las chicas no estaban solas. Dentro de la torre de la campana del reloj que coronaba su casa, sus amigos y un tío las acompañaban. Se habían esmerado en crear una mentira para hacer que todos ellos asistieran a la reunión para protegerlos del hechizo del que su madre les había advertido. Silvana Ordaz, la madre de ambas, era consciente de que cada veintidós años un espíritu cubría la ciudad y hacía que todos olvidaran quiénes eran y la relación tenían entre ellos.


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Consciente de que podría volver a pasar, Silvana preparó un refugio para proteger a sus hijas. No se había atrevido a contarle a nadie porque sabía que la tomarían por loca. Tuvo que pedir ayuda y llamar a parientes de una ciudad vecina para que la socorrieran ya que la gente con la que vivía, no la reconocía como propia. La madre de las dos mujeres, esperó a que ambas alcanzaran la edad suficiente para creerse lo que les decía y tener la prudencia y discreción necesarias para no revelarle aquello a nadie ajeno a la familia.


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El día fijado, Silvana y sus hijas se levantaron temprano y esperaron a los vecinos quienes fueron llegando y enseguida fueron guiados a la torre del reloj en la zona sur de la casa donde Lucero acomodó una amplia mesa con comida y bebidas.

Todos charlaban y compartían y generaban un rumor en el cuarto donde se encontraban. Los mecanismos del reloj se movían y atraían la atención de los asistentes.

Un trueno hizo vibrar la estructura y a la gente dentro de ella. Preocupados, se miraron las caras y uno a uno se fueron asomando a las ventanas.

Con horror, vieron cómo una nube blanca cubría la ciudad como una avalancha mientras la gente que había por los alrededores buscaba refugio. Cuando el polvo se disipó las personas avanzaban con lentitud y parecían no saber a dónde dirigirse.

Una vez que el peligro pasó, Silvana dejó ir a sus invitados y estos, al ver las consecuencias de la avalancha, volvieron con ella para exigir explicaciones.

—En el pasado, la única persona que me creyó fue una tía —dijo, una vez que les quedó claro lo que había ocurrido—. Ella había pasado por la misma situación y me aconsejó acerca de cómo construir este lugar.

—¿Y por qué no nos dijo que podíamos traer a nuestras familias aquí? —preguntó un hombre, ya en duelo.

—¿Acaso les dije que no las trajeran?

Esa pregunta la respondía el silencio.


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Gracias por leer

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