TU SHOW PREFERIDO DE LA INFANCIA | Saint Seiya | Por @thelostprophet

Mi infancia, y debo decir que mi adolescencia... bueno, también mi edad adulta. ¡Esta bien! Confieso que aún lo veo... Lo siento... Volviendo al tema. Mi infancia tiene un nombre: Saint Seiya, (o “Caballeros del Zodiaco” en España y Latinoamérica). Aunque existieron muchos otros que me gustaban de pequeño, por ejemplo Supercampeones, Samurai X (otro de mis favoritos), el famosísimo Dragón Ball, en cuanto a ánime y caricaturas se refiere, este resulta ser el más especial de todo, y por una razón en particular.

Recuerdo que las tardes, de lunes a viernes, eran sagradas para mi hermano mayor y para mi. A partir de las cuatro de la tarde, en Televen (canal de señal abierta) comenzaba el horario infantil, y nosotros, aunque nos gustaban todas, esperábamos el momento en que comenzará “Caballeros del Zodiaco”, y no queríamos que nadie nos molestara. Un programa que, a decir verdad, no era dirigido a chicos de mi edad, sino para adolescentes, pero tuve la dicha de crecer con él, porque fue una de las cosas que más me acercaba a mi hermano mayor. Y esa es la razón más importante por la cual la recuerdo con tanto cariño.

Hablar de su historia y personajes, sería colocar horas y horas de lectura. Cinco jóvenes portando armaduras sagradas, representando a cinco constelaciones, Seiya el Pegaso, Shiryu el Dragón, Hyoga el Cisne, Shun de Andrómeda e Ikki el Fénix, quienes defendían, junto a los caballeros dorados de las doce casas, a la diosa Athena. Desde el primer día mi personaje favorito fue Shiryu. Me identifiqué mucho con él. Quizá en otra ocasión hablé más sobre este ánime. Y, aunque no hace justicia, es un mega resumen.

Han pasado los años y aun la miro como si fuese un niño de 8 o 9 años. Confieso que aun mantengo la misma ilusión de cuando niño. De ella tengo un recuerdo muy especial. Hace pocos años: mi hermano mayor, mi mejor amigo, un primo y yo, tomamos una tarde para ver una maratón de unos capítulos que se habían estrenado hacía poco, y que solo se podían ver subtitulados, porque aun no se había realizado el doblaje al español. Puertas cerradas, luces apagadas, y cuatro fanáticos de un ánime que se emocionaron como niños. De los recuerdos más especiales que atesoro en mi corazón. Y emociono al pensar que, cuando llegue el día, podré sentarme con mi hijo a verla juntos, y contarle la de horas que pasé de niño frente a la TV.