Es una historia muy bonita amiga. Rafelito un niño que adoraba compartir con su abuelo, quien aprendió tanto de el y, esas enseñanzas, lo motivaron a convertirse en veterinario, es por ello, que junto al amor que le puso a la finca de su abuelo, terminaron por convertirlo en el heredero.

En esta vida, cuando de herencias se trata, he visto a muchos quejarse cuando no les dejan nada, o cuando piensan que le corresponde algún bien al fallecer el familiar y resulta que previamente la persona eligió quién merecía su herencia. A veces, hasta el heredero es alguien que no es familiar, pero es quien lo acompaño y le ayudo a ponerle amor a esa propiedad o a ese bien; y en el caso de la historia de Rafelito, su abuelo lo eligió porque era el quien estaba para dedicarle y acompañarlo durante sus vacaciones.

Fue un gusto leerte. Bendiciones