Beautiful Creation || Hermosa Creación [ENG/ESP]

It was a sunny afternoon when I decided to visit the zoo after a long time. I walked leisurely, enjoying the fresh air and the murmur of excited families and children. I had seen giraffes, lions, and bears, but something caught my eye when I reached a more secluded enclosure, surrounded by trees and bushes.

There, elegant and serene, stood a two-horned antelope. Its fur was a golden brown, and its backward-curved horns gave it a majestic air. It moved with almost hypnotic grace, walking slowly while nibbling at the grass.

I stood watching it in silence. There was something about its posture, its attentive but peaceful gaze, that made me think of the vast landscapes where its species roamed freely. What would life be like for it here, far from the immensity of the plains and forests?

Suddenly, a boy approached the fence with his father and pointed excitedly, "Look, Dad!" An antelope with enormous horns!

The animal raised its head and looked at us for a moment, its large dark eyes reflecting the sunlight. Then, as calmly as it had stopped, it went back to its business, oblivious to our admiration.

I walked away with a strange feeling, a mixture of fascination and melancholy. That antelope, with its imposing bearing and unwavering calm, had reminded me of the wild beauty of nature, even within the confines of a zoo.

Era una tarde soleada cuando decidí visitar el zoológico después de mucho tiempo. Caminaba sin prisa, disfrutando del aire fresco y del murmullo de las familias y los niños emocionados. Había visto jirafas, leones y osos, pero algo me llamó la atención al llegar a un recinto más apartado, rodeado de árboles y arbustos.

Allí, elegante y sereno, estaba un antílope de dos cuernos. Su pelaje era de un tono marrón dorado, y sus cuernos curvados hacia atrás le daban un aire majestuoso. Se movía con una gracia casi hipnótica, caminando lentamente mientras mordisqueaba la hierba.

Me quedé observándolo en silencio. Había algo en su postura, en su mirada atenta pero pacífica, que me hizo pensar en los vastos paisajes donde su especie corría libremente. ¿Cómo sería la vida para él aquí, lejos de la inmensidad de las llanuras y los bosques?

De pronto, un niño se acercó a la valla con su padre y señaló emocionado:
—¡Mira, papá! ¡Un antílope con cuernos enormes!

El animal levantó la cabeza y nos observó por un instante, sus grandes ojos oscuros reflejando la luz del sol. Luego, con la misma calma con la que se había detenido, volvió a lo suyo, ajeno a nuestra admiración.

Me alejé con una sensación extraña, una mezcla de fascinación y melancolía. Ese antílope, con su porte imponente y su tranquilidad inquebrantable, me había recordado la belleza salvaje de la naturaleza, incluso dentro de los límites de un zoológico.