Conectar con la escritura creativa, me ha brindando la oportunidad de estimular mi imaginación y, también promuevo la reflexión. Por ello, considero que la dinámica que auspicia nuestra amiga @solperez es una excelente oportunidad para arraigar esas acciones en mi personalidad. Sin más preámbulo, comienzo con mi participación.

  La vida en el planeta Tierra cada día es más insostenible. Los fenómenos naturales golpean diariamente al mundo y, ya no hay personas que tengan un estilo de vida estable, porque todos deben emigrar hacia las zonas donde creen que estarán a salvo de los torrenciales cambios climáticos.

Debemos irnos a la montaña

  Era lo que muchos decían cuando tomaban la decisión de abandonar la ciudad y, a pesar de que por un tiempo esta alternativa fue la elección ideal, después de tres años de sequía total, ni siquiera las áreas montañosas estaban acondicionadas para ser un lugar habitable para los humanos y por supuesto, los animales.

  Los niños no estaban disfrutando su infancia y, sus padres se sentían culpable de ello, porque estaban conscientes que la situación ambiental que vivían se originó por no cuidar del planeta Tierra cuando miles de ambientalistas hacían llamados de consciencia para detener el Cambio Climático y Calentamiento Global.

Papá, ¿Cuándo podré conocer el mundo verde que tanto mencionas en tus cuentos?

  Preguntó una niña y, en fracciones de segundo, los gritos se apoderaron del lugar donde estaban. Un nuevo incendio se había desencadenado y, el viento era tan fuerte que, las llamas se esparcían rápidamente en la montaña donde estaba el último grupo de sobreviviente que quedaba en la Tierra.

  El incendio abrasador azotó la montaña durante una hora y media. Ahora los que estaban en el lugar debían comenzar a remover las ramas, troncos y maleza que quedó. Las personas entre lágrimas hacen este trabajo mientras que, los niños preguntan por qué nunca pueden jugar, pero sí trabajar para limpiar la suciedad que queda después de que un incendio o inundación los sorprende.

  Preguntas van, preguntas vienen y, la misma respuesta es la que siempre sale a relucir entre esta última generación de pobladores que queda:

Jamás escuchamos los llamados de atención y, en vez de cuidar el planeta Tierra, lo que hicimos fue destruirlo

  Aunque aceptar esta realidad era lo ideal, los adultos no dejaban de sentirse culpable y, con la ilusión de que sus hijos iban a lograr salir de esa situación tan crítica en la que estaban, les enseñaban a tener consciencia sobre el cuidado de la Tierra, porque solo así, era que ese lugar podía ser habitable y próspero para todos.

  Los años han pasado y, de aquella última generación, quedan los que eran niños. Ellos progresivamente fueron aplicando lo que sus padres le enseñaron y, gracias a esas acciones, la Tierra no ha sido víctima de los estragos que generan los fenómenos naturales cuando azotan el lugar.

  Cuatro décadas después de aquella escena dantesca donde los niños estaban limpiando los escombros del incendio, ahora se dedicaban a inaugurar una plantación de árboles frutales y, un periodista que estaba en el lugar preguntó cómo lo habían logrado; interrogante que fue respondida de manera contundente:

Aplicando medidas ambientales que eviten el descontrol de la naturaleza. Hay que plantar árboles, detener la tala, quema y todo tipo de contaminación

  Con estas acciones, quedó demostrado que, el amor hacia el planeta Tierra, nos ayuda a evitar su destrucción y, aquellos pequeños que sacrificaron su infancia entre las llamas, hoy día nos enseñan que sí podemos hacer las cosas bien y, el momento de acciones correctamente, es ¡Ahora!

¡Muchas gracias por leer mi publicación!