Y allí estaba, agonizando a cuenta gota pensando que su último vuelo sobre los cielos sería especial, pero no resultó. Ella voló hacia otro destino, una nota pudo ser lo mínimo que el esperaría de su amada, las palabras no expresadas quedaron en su mente, para que alguien más las descubriera cuando su cuerpo habría dejado de funcionar, y es que en su rostro mostraba el sufrimiento, el amor se había esfumado y con el todos sus recuerdos.

Aquella mujer se acercó e intentó traerlo de vuelta a la vida, pero no tenía poder alguno para lograrlo. Miró a los cielos y preguntó ¿Y qué hay de él? No obtuvo ninguna respuesta más que las palabras que sobresalían del inerte, esas que debieron ser declaradas a quien había sido el amor de su vida.

Era momento de abandonar el lugar, pero una luz resplandeciente se posicionó sobre la mujer y el cuerpo sin vida. La voz dulce de un ángel se escuchó cuando la noche transmitía una extensa calma. Con atención y cuidado lo expresado fue guardado en el corazón de la mujer, quien con su noble intención llevó su mano sobre aquel ser y con nostalgia mirando hacia el ángel le imploró ¡Apiadate de él!.

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