En el marco del Concurso de Arte y Escritura #136 de @VenezolanosSteem, a continuación les traigo un cuento corto, inspirado en la obra del artista plástico Erik Nikolai Järnefelt, mejor conocido como Eero Järnefelt y su cuadro La quema de la maleza (Bajo el yugo)(1893), cuya vida y obra nos fué presentada por nuestra amiga @solperez, como preámbulo de este concurso.

_Wikipedia

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¿Qué me ves?

—¿Qué mes ves?, ¿tú nunca has quemado nada?, ¡Ve para otro lado!, gente fastidiosa. ¿Eso lo dije o lo pensé?.

—Dime, ¡Lo dije o lo pensé!, lo dije o lo pensé, ¿lo dije o lo pensé?.

¡Son todos unos metiches!, pendientes de uno, de lo que uno hace, de lo que uno no hace, de lo que dice y de lo que uno no dice; como si pudieran ver dentro de mi cabeza. ¿O será que si pueden?. No, ¡no creo!, no creo, ¿no creo?, ¿o será por eso que Pedro me decía que yo era mala?. No, ¡no creo!, el no puede ver dentro de mi cabeza, ¡se hubiera cagado encima!, el gato no tenía nada dentro de su cabeza, además mamá Lita dice: ¡que no!, que yo soy buena, que todo es culpa de papá y yo le creo; ¡sí yo le creo!, ¡claro que le creo!, yo no soy mala, todo es culpa de papá, ¡todo es culpa de papá!, ¡No sabía que las tripitas del gato fueran taaaaaannnnnn largas y se quemaran tan rápido!.

¡Cállate mama lita, yo no fui!, aaahhhh aaahhh aaahhh, aaahhhh, no escucho, no escucho, ¡no escucho!; yo no fui, yo no fui, ¡yo no fui!, escuchaste ¿mama lita?, ¡yo no fui, no fui yo!, ¿escuchaste?, ¡yo no maté a ese maldito gato!, yo no fui; además Pedro fue el que le tiró la piedra porque no le gusta los gatos negros, ¡el le pegó en la cabeza!, le salía sangre, yo solo quería ver que tenía por dentro. ¿Mamá lita?, ¿Mamá lita?, menos mal que mamá Lita no puede ver dentro de mi cabeza, estoy segura que no abrí la boca, ella no escuchó nada, solo yo puedo escucharme, además todo es culpa de papá, ¡mamá Lita tiene razón!, aaahhhh aaahhh aaahhh, aaahhhh, Pedro también tiene la culpa.

Huele rico, el humo huele rico, ¡yo no sé porque no les gusta!. Huele rico, no huele a Pedro, tampoco a papá, el olor de papá… ácido, pegajoso, salado, como a chivo berraco, tenia barba de chivo, ¿será por eso que tío Edgar lo llamaba cabrón?, bueno, lo mató como un chivo, ¡pero no!; no nos lo comimos, también lo quemamos, no hace mucho, el humo olía igual. Me gusta más el olor de humo de papá.

Mi tío me dijo que ya papá no iba a jugar conmigo, creo que pensó que me pondría triste, ¡pero no!, cada vez que papá jugaba conmigo me dolía allí abajo. Yo creo que así no se juega, pero papá me decía que sí, que él jugaba igual con mamá y que a ella le gustaba, pero yo creo que era mentira, porque mi mamá lloraba cuando papá jugaba con ella. Yo también lloraba cuando jugaba con él, ¡pero solo porque me dolía!, yo soy una niña valiente, me lo dijo mamá Lita, ¡la culpa la tiene papá!. ¡Puaff!, ¡el humo no sabe bien!.

A mamá no la quemamos, mamá está enterrada a la orilla del rio, le crecieron flores, lindas flores, amarillas, !Que rico huelen¡. Yo quise sacarla un día de la tierra, para saludarla, ver como estaba, pero mamá Lita me dijo que no se podía, que la dejara quieta. Bueno, ya no va a llorar más por los juegos de papá. Papá quiso también ver las tripitas de mamá, pero solo alcanzó a abrirle la barriga, tío Edgar no lo dejó verlas, a mi tampoco me dejó verlas, pero si pude ver las tripitas del gato, son taaaaaaaan largas, y pegajosas. Como las de Pedro.

—Si mamá Lita, estoy revolviendo bien. Ya casi este todo quemado. Confía en mí.

Ya no queda mucho de Pedro.

¿Por qué habrá que quemar a todos los que juegan conmigo?

Espero que les sea de agrado el cuento, aunque sé que tiene algunos matices perturbadores.

¡Nos seguimos leyendo!