Desplantes. Heridas. Críticas.

Ser fuerte, consolarse con la idea de que en el futuro habrá algo mejor. Mientras, hago mi vida, la que elijo vivir, a contracorriente.

Ser atormentada con los aplausos que reciben los demás. Conformarme con migajas. Consolarme con que hago bien mi trabajo.

Firmar con pseudónimo para escuchar alabanzas a mis obras. Mostrar la cara, mi cara, para ser testigo de su desazón al conocer a la creadora de las imágenes que bañaron en halagos.

El tono de sus voces tiembla, titubea. Ya no saben qué pensar. Las mujeres no deben pintar. Eso no es apto para ellas.

Pero, claro, las féminas si pueden ser musas, muñecas de heno a escala, brujas, princesas, madres, esposas, viudas, monjas, santas, pecadoras. Todo bajo un filtro sexual. La que se atreva a aspirar a más, debe saber que se topará con centímetros de nieve que le dificultarán el avance hacia la meta.

Rogar por atención o piedad no forma parte de mi repertorio.