Las tardes en el café de la esquina del barrio eran muy concurridas. Si querías tomar un rico café mientras leías el libro de tu preferencia en un ambiente tranquilo y confortable, debías apartar con antelación una de las 10 mesitas que tenían y que parecían desaparecer al caer la tarde. A pesar de tan difícil tarea, si lograbas ver hacia dentro, con frecuencia podías encontrar en una de las esquinas del saloncito y al lado de la máquina del café , bajo la luz tenue de una lámpara a dos mujeres; una de ellas vestía de color oscuro y la otra de un aspecto más corriente.

Haydée y Eloina eran sus nombres. Haydée era una mujer de aspecto sombrío aunque muy elegante a quien le gustaban los libros y quien, según aquellos que todo lo sabían y lo que no, lo inventaban solía leer un libro entero en tan solo tres días. Ella había logrado sortear todo el protocolo, asegurando su espacio cada tarde desde hacía un tiempo atrás, cuando aún estando casada con Rafael compartían la propiedad de ese Café. Eloina, era más joven y despreocupada, hija de quien recientemente se había convertido en el dueño del café y quien mostraba mucho interés por la poesía y la historia.

Dicen que cuando Rafael falleció Haydée no pudo lidiar con su partida y tomó la decisión de vender el establecimiento a la familia de Eliona y que, como un favor personal, les había pedido que le permitieran un espacio para leer sus libros y el Padre de Eloina accedió con la condición de que apartara algo de ese tiempo para atender a su hija y sus inquietudes lectoras.

Fue así que bajo un acuerdo se dió inicio al primero de los muchos encuentros que posteriormente ellas llamarían, "Encuentros de café", llenos de poesía, letras e historias. Encuentros en los que el mundo externo parecía desaparecer para darle paso al mundo de las letras y el encanto poetico.

Espero hayan disfrutado de esta sencillo relato. Gracias por la oportunidad de crear historias, @solperez y a ti por acompañarme hasta aquí. Aprovecho el momento para invitar a @erika08, @pandora2010