Una mañana estaba yo mirando desde lo alto de la torre del castillo, mi extenso reino, y a lo lejos veo acercarse, a gran galope un hermoso caballo, adornado con reluciente armadura, en la que se destaca su hermosa Capizana plateada.

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Miré muy atenta, a la espectativa, con curiosidad y a la vez emocionada, esperando la llegada del Faraute, y así conocer el mensaje que él tría para mí, de mi anemorado Rey Arturo.

Preocupada estaba yo también al darme cuenta que el Faraute venía con su armadura puesta, como quien viene preparado para la lucha, aclarando luego que se están preparando para las competencias y los juegos que se celebrarán en el Castillo del Rey Arturo.

Yo había bajado apresurada de la torre, donde casi caigo al suelo al pisar mi largo vestido, pero seguí corriendo, escaleras abajo. Al llegar al pie de la escalera, doy la orden de que bajen el puente para que el mensajero pueda entrar al castillo y entregara el mensaje que enviaba el Rey Arturo.

Emocionada rompo el sello real y comienzo a leer, casi ahogada por la emoción, el pergamino desplegado con mis manos temblorosas. ¡¡¡El Rey Arturo enviaba invitación a mi padre el Rey Dante y a mí para que asistamos a un Pantagruélico!!!, El cual se celebrará ésta misma noche en celebración de su cumpleaños.

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Asistirán al Pantagruélico muchas personalidades importantes de la comarca y del Reino, Condes, Princesas, reinas y Reyes de naciones vecinas, que han luchado junto al Rey Arturo y a mi Padre para obtener la libertad de sus pueblos.

También me informa el Faraute que el Rey Arturo aprovechará la ocasión para celebrar en honor a mi presencia una competencia entre los caballeros de la comarca y que dará un anuncio importante esta noche.

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Me quedé observando al caballo cansado y sudoroso del Faraute y le indico que puede llevar su caballo a las caballerizas de mi padre, El Rey Dante y retirarle al caballo su armadura y su Capizana para que el caballo pueda reponerse y emprender el viaje de vuelta.

Llegada la noche, mi padre y yo, llegamos al Pantagruélico del Rey Arturo, quien nos recibió con trompetas, comenzando así la celebración.

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A mitad de la Pantagruélico, se levanta el Rey Arturo, toma su copa y la levanta, comienza a dirigirse a mi padre, yo emocionada y casi llorando, le escucho decir: "Mi distinguido Rey Dante, compañero de luchas, hoy quiero me conceda el honor y la alegría de que me permita comprometerme con su hija, la Princesa Elizabeth, para desposarla y hacerla mi Reina, con el propósito de unir nuestros reinos.

Mi padre accedió, acto seguido sonaron las trompetas en señal de celebración y anunciando las buenas noticias del compromiso Real. Comenzaron así, las competencias de los caballeros del Rey.

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Desfilaron con sus brillantes armaduras los caballeros Reales, y los caballos hacían sonar su barda superior o Capizana a medida que avanzaban y se formaban en fila para rendir honores a su Rey y a su futura Reina. Todos celebramos en el castillo alrededor del Rey muy contentos por el esperanzador futuro.

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¡¡¡Y FUERON FELICES POR SIEMPRE!!!