Aquí estoy, de nuevo en esta cita semanal a la que nos convoca la Iniciativa: Leer hace bien – 17ta semana, para que presentemos el Top3 de los creadores que seleccionamos para comentar y promocionar sus publicaciones; para resaltar su esfuerzo creativo y contribuir con la difusión del talento infinito de nuestros queridos hermanos.

Esta publicación que nos regala @palabreador tiene como inspiración el popular helado venezolano denominado “teta.” El título es un guiño particular que cualquier habitante de este país entiende muy bien, pero es muy probable que un extranjero que no se encuentre familiarizado con nuestras costumbres se atreva a imaginar algo muy distinto a ese referente frío, dulce y sabroso tan común por estos predios. Si este fuera el caso, quien llegase a pensar en otra cosa en seguida saldría de su error porque, más adelante, el autor deja bien claro de qué se trata en realidad lo que el sugerente título anuncia.

A través de un texto sabiamente estructurado, @palabreador comienza declarando, en un párrafo introductorio, quiénes son los destinatarios, los potenciales lectores de su post. A continuación, con unas pinceladas, breves, precisas y aprovechadas al máximo anuncia su tema central, “las tetas,” además de su aspecto externo y la forma en que se consumen para explicar con despampanante maestría el porqué de su nombre. Más adelante nos habla de la imposibilidad para conocer dónde se originó la omnipresente golosina, de su significativa contribución a la economía de muchos hogares venezolanos que se encargan de elaborarla y comercializarla, y de los sabores más comunes en que se puede conseguir. En la parte final, nos comenta que “las tetas” han cruzado nuestras fronteras, porque se han ido acompañando a los venezolanos que, en estos últimos tiempos, han emigrado y es este helado emblemático el que les ha ayudado a paliar las urgencias económicas en tierras extranjeras.

Me gustó mucho esta publicación porque me devolvió hacia aquella Venezuela que vivía fascinada con nuestras excelentes telenovelas y los concursos de belleza; la de los hogares con un solo televisor en la sala, con su respectivo pañito blanco y una corte celestial de figuritas de santos encima; esa época en que tres o cuatro canales, no existían más, bastaban para divertirnos un mundo. En efecto, @zaidetg nos cuenta, con evidente nostalgia, esos días en que se sentaba con su padre a disfrutar de “Las Amazonas,” una serie dramática de excelente factura, transmitida de lunes a viernes a través de la trepidante pantalla de Venevisión. La trama estaba centrada en un padre recio, un emblemático llanero venezolano que tenía tres hijas con atributos semejantes a los sugeridos por el título de la telenovela.

La autora de este post, por otra parte, nos sumerge en las expectativas y reacciones que producía el desarrollo de la trama en los espectadores: la concentración total en las escenas hasta tal punto que ni siquiera una necesidad fisiológica la apartaba de la pantalla, la inquieta curiosidad que despertaban los avances publicitarios de la serie y el enorme vacío que traía el fin de semana porque en esos dos días no pasaban la novela. Finaliza esta publicación, @zaidetg, valorando los mensajes positivos que se desprenden de la historia de “Las Amazonas.” Se trata de algo encomiable, ya que estos espacios dramáticos fueron siempre muy criticados, los tildaban de banales e insulsos, por la intelectualidad de aquellos tiempos; sin embargo, la autora demuestra cuán agradable y constructivo era disfrutar de una buena telenovela.

“Enemigos” es una publicación motivadora que nos ofrece @mechepenguin, aprovechando una expresión coloquial, pero con un contenido aleccionador enorme, que le dijo el Director de la Universidad de Arte a un grupo de estudiantes en el que, por supuesto, se encontraba ella: “La mata de mango cuando esta brotada de mango es cuando más le tiran piedras.” A partir de esta sentencia que parece extraída de la más rancia sabiduría popular, la autora comienza una instructiva disertación sobre las perniciosas actitudes de un sentimiento como la envidia, el cual suele despertarse contra nosotros, con terrible saña, cuando estamos haciendo las cosas bien, cuando el producto de nuestro esfuerzo genera los bien ganados frutos. Pero la autora no solo se queda centrada en los aspectos negativos, sino que nos induce, más bien, a mirar la situación desde otro punto de vista y nos aconseja que, en lugar de amilanarnos ante los comentarios malsanos, aprovechemos estos para continuar avanzando, porque son indicadores, de acuerdo con la alegoría de la mata de mangos, de que estamos cumpliendo con nuestros objetivos… El texto culmina con una moraleja sobre la complejidad de la existencia, instruyéndonos sobre ese viaje que llamamos vida, el cual puede transcurrir en calma o encontrarse con múltiples obstáculos que solo deben darnos fuerza y sabiduría para seguir adelante.