PARTE I
Sensibilización
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Al aplicar estímulos intensos, repetidos o prolongados a un tejido lesionado o inflamado, se observa que el umbral de excitación de los nociceptores aferentes primarios sufren un descenso y que la frecuencia de descarga aumenta cualquiera que sea la intensidad del estímulo. Este proceso se llama sensibilización.
La sensibilización ocurre en la terminación nerviosa (sensibilización periférica) y también en el asta dorsal de la médula espinal (sensibilización central). La sensibilización periférica ocurre en tejidos dañados o inflamados, cuando los mediadores inflamatorios activan la transducción de la señal intracelular en nociceptores, lo que da lugar a un aumento de la producción, transporte e inserción en la membrana de conductos iónicos activados por sustancias químicas y por voltaje.
Estos cambios aumentan la excitabilidad de las terminaciones del nociceptor y reducen su umbral para activarse con estímulos mecánicos, térmicos y químicos. La sensibilización central ocurre cuando la actividad generada por los nociceptores durante la inflamación intensifica la excitabilidad de las células nerviosas en el asta dorsal de la médula espinal. Después de la lesión y la sensibilización consecuente, los estímulos que en condiciones normales serían inocuos pueden producir dolor.
La sensibilización es un proceso con importancia clínica que contribuye a la hipersensibilidad, dolorimiento e hiperalgesia (aumento en la sensibilidad al dolor como respuesta al mismo estímulo nocivo, como cuando la presión moderada causa dolor intenso). Un ejemplo típico de sensibilización es la piel quemada por el sol, donde una palmada suave en la espalda o una ducha templada puede despertar un dolor intenso.
La sensibilización adquiere particular importancia en el caso del dolor espontáneo y el originado por la palpación de tejidos profundos. Normalmente las vísceras son bastante insensibles a estímulos mecánicos y térmicos nocivos, si bien las vísceras huecas originan molestias intensas cuando se distienden. En cambio, estructuras profundas como las articulaciones o vísceras huecas, si son afectadas por un proceso patológico con un componente inflamatorio, de manera característica se vuelven extraordinariamente sensibles a la estimulación mecánica.
Gran parte de las fibras aferentes Aδ y C que inervan las vísceras son completamente insensibles en los tejidos normales, no lesionados ni inflamados. Es decir, no responden a los estímulos mecánicos o térmicos conocidos ni producen espontáneamente ningún impulso. Sin embargo, cuando aparecen mediadores de la inflamación, estas fibras aferentes se vuelven sensibles a los estímulos mecánicos.
Dichas fibras, denominadas nociceptores silenciosos, tienen propiedades características que pueden explicar cómo las estructuras profundas relativamente insensibles pueden convertirse, en circunstancias anormales, en una fuente de dolor intenso y debilitante. Factores que contribuyen en grado importante a la sensibilización son la disminución del pH, las prostaglandinas, los leucotrienos y otros mediadores de inflamación como la bradicinina.
Bibliografía: Harrison principios de Medicina Interna, Edición 18, Volumen 1, Parte 2, Sección 1, Cap. 11, Pág. 94
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