Cuento Corto | El camino sin rumbo | [ESP/ENG] | The Road Without Direction
El camino sin rumbo
En uno de esos días en los que no pude evitar salir de mi casa y caminar, si… Caminar como si no hubiese un rumbo preestablecido, lo más importante de todo ese escenario era no detenerse. No era para nada difícil, la regla era única y muy fácil de seguir, siempre adelante, con un paso firme y constante hacia cualquier lugar que me pudiese enseñar lo desconocido de mi mente, o quizá algún fragmento de ella. Luego de varias horas pude divisar los paisajes más bellos que había visto en mi vida, gran parte de ellos pertenecían a mi infancia, otros a eventos importantes de mi juventud y por supuesto, aquellos que representaban sin duda mis distintas zonas de confort en este mundo. Me gustaba mucho saber que, aunque había decidido siempre seguir adelante, había caminos alternos, cruzados, hacia abajo, hacia arriba, hacia allá, los cuales no necesariamente me llevaban a un lugar placentero, por el contrario, había lugares que me producían un miedo increíble, era desesperante el sentimiento de tan solo imaginar estar allí en contacto con todo eso. Afortunadamente, mi meta era seguir siempre adelante, pero la regla no decía que no podía voltear la cabeza, y la observación de todo el alrededor ocasionaba que todo el paseo no fuese solo perfección, había, y aunque ignorada, una gran parte de oscuridad en todo esto.
En poco tiempo el camino bajo mis pies empezó a retorcerse un poco, los paisajes habían cobrado vida, más allá de lo normal. El movimiento que podía ver en todo era un movimiento menos natural al que estaba acostumbrado toda la vida, era precipitado pero a la vez lento, inesperado al comenzar pero terroríficamente predecible en su evolución. Era la mezcla homogénea de muchos sentimientos materializados en la realidad, bastante extraño para ser honesto, pero guardaba un aire de belleza, que le daba la oportunidad de quizá algún día pertenecer a un cuadro o escena artística.
Es increíble como diversas experiencias logran contener cierto ápice de belleza en su interior, es como si a veces fuese una consecuencia inevitable de la capacidad de reconocer el mundo que nos rodea. Ahora el camino no estaba bajo mis pies, estaba encima, siguiendo cada uno de los movimientos de cabeza y brindándome sombra ante aquel inclemente sol de verano, si ese mismo, el sol que solía disfrutar en las vacaciones de mi época de secundaria. Las típicas aves de la localidad volaban a gran velocidad por los aires, hasta convertirse en nubes que luego poco a poco se iban tornando cada vez más gris. Una de ella quiso seguir volando, a pesar de ahora ser una nube en el cielo, las demás al verla se sintieron motivadas a hacerlo, pues si habían nacido aves, una transformación en ellas no debía cambiar lo que realmente son, si en efecto, desean serlo. De pronto todas las nubes comenzaron a volar frenéticamente, sin tomar previsión alguna, por lo que varias de ellas colisionaron.
Fue un efecto domino imposible de evitar, pues los gritos al aire se los llevaba el viento causado por el revoloteo de sus alas. En pocos instantes una gran lluvia inundó todos los mares, pero mientras las gotas caían, recordaron nuevamente su procedencia, eran las aves ahora convertidas en agua, pura y cristalina, de nuevo volando por los aires, en libertad plena. Hasta que se dieron cuenta que iban en caída libre sin ninguna escapatoria a encontrarse con el mar de todas esas aves que algún día se rindieron y formaron el mar. Trasmutación finalizada. En cada segundo que pasaba mucho más lento de lo habitual, miles de gotas caían al mar, y se hacían notar con un fuerte y agudo sonido de complacencia y resignación.
Eran contadas aquellas aves, bueno gotas, que se resistían a la caída. Esta vez no estaba inmóvil para que la acción de una pudiera motivar a las demás, ahora estaban juntas, reunidas, pero hundidas en una gran soledad. Aquellas que lograron escapar se hicieron más fuertes, liberaron toda la energía que las consumía dentro de ellas y se congelaron. Eran pequeñas y brillantes esferas de hielo viajando en contra de la lluvia. No sé muy bien a donde iban, solo sé que salieron, y lo hicieron muy lejos. A medida que su velocidad aumentaba el brillo en ellas era mucho más intenso y duradero, siguieron viajando por mucho tiempo, hasta que el sol se escondió y pude contemplar un cielo repleto de estrellas, como nunca antes pude verlo en mi vida.
Ya el camino dejó de estar sobre mí, ahora se retorcía en todas las direcciones, y mis pies como buenos y fieles compañeros seguían su curso por el espacio en donde se desarrollaba. No había luna en el cielo, pero su reflejo podía verse en el mar que había aumentado considerablemente de volumen. Era tan real el reflejo que me hacía pensar que la luna estaba allí en el fondo del mar brillando y haciendo notar su presencia en el lugar esperado, pero en la posición más sorpresiva. Era hora de proseguir, de no ser por aquellas esferas de hielo, la noche sería completamente oscura, y como no sabía cuánto iba a durar su viaje, era mejor apresurarse a algún lugar menos impredecible. Continué por unos minutos hasta darme cuenta que todo lo que estaban viendo mis ojos era algo sin sentido y sin ninguna conexión con mi realidad, entre en pánico y corrí como nunca lo había hecho. Luego de limpiar varias gotas de sudor de mi frente, y de sentir mi corazón galopante en mi garganta, me di cuenta que estaba allí, en mi casa, justo en el punto de partida.
Gracias por leer.
English Version:
The Road Without Direction
In one of those days when I couldn't help leaving my house and walking, if... Walking as if there was no pre-set course, the most important thing in that whole scenario was not to stop. It was not difficult at all, the rule was unique and very easy to follow, always ahead, with a firm and constant step towards any place that could show me the unknown of my mind, or maybe some fragment of it. After several hours I could see the most beautiful landscapes I had ever seen in my life, most of them belonged to my childhood, others to important events of my youth and of course, those that represented without a doubt my different comfort zones in this world. I liked very much to know that, although I had always decided to go ahead, there were alternate paths, crossed, down, up, there, which did not necessarily lead me to a pleasant place, on the contrary, there were places that produced an incredible fear in me, it was desperate to imagine being there in contact with all that. Fortunately, my goal was to always keep going, but the rule did not say that I could not turn my head, and the observation of all around me meant that the whole walk was not just perfection, there was, and although ignored, a great deal of darkness in all this.
In a short time the road beneath my feet began to twist a bit, the landscapes had come alive, beyond the normal. The movement that I could see in everything was a less natural movement that I had been accustomed to all my life, it was hasty yet slow, unexpected at first but terrifyingly predictable in its evolution. It was the homogeneous mixture of many feelings materialized in reality, quite strange to be honest, but it kept an air of beauty, which gave him the opportunity to perhaps one day belong to a painting or an artistic scene.
It is incredible how different experiences manage to contain a certain amount of beauty within them, as if it were sometimes an inevitable consequence of the ability to recognize the world around us. Now the path was not under my feet, it was above me, following my every move and providing me with shade from the harsh summer sun, if that is what it is, the sun I used to enjoy on my high school vacation. The typical local birds were flying through the air at great speed, until they became clouds that then slowly turned more and more gray. One of them wanted to continue flying, even though it was now a cloud in the sky, the others, when they saw it, felt motivated to do so, because if they were born birds, a transformation in them should not change what they really are, if indeed they want to be. Suddenly all the clouds began to fly frantically, without taking any foresight, so several of them collided.
It was an unavoidable domino effect, as the screams in the air were carried away by the wind caused by the fluttering of their wings. In a few moments a great rain flooded all the seas, but as the drops fell, they remembered again their origin, they were the birds now converted into water, pure and crystalline, again flying through the air, in full freedom. Until they realized that they were going in free fall without any escape to meet the sea of all those birds that one day surrendered and formed the sea. Transmutation completed. At each second that passed much slower than usual, thousands of drops fell into the sea, and they made themselves known with a loud, high-pitched sound of complacency and resignation.
There were only a few birds, well, drops, that resisted the fall. This time it was not immobile so that the action of one could motivate the others, now they were together, gathered, but sunk in a great loneliness. Those who managed to escape became stronger, released all the energy that consumed them within them and froze. They were small, shiny spheres of ice traveling against the rain. I do not know very well where they were going, I only know that they came out, and they did it far away. As their speed increased the brightness in them was much more intense and lasting, they continued to travel for a long time, until the sun went down and I could see a sky full of stars, as I had never seen before in my life.
Now the road was no longer above me, it was twisting in all directions, and my feet, like good and faithful companions, were following its course through the space in which it developed. There was no moon in the sky, but its reflection could be seen in the sea which had increased considerably in volume. The reflection was so real that it made me think that the moon was there at the bottom of the sea shining and making its presence felt in the expected place, but in the most surprising position. It was time to continue, if it were not for those ice spheres, the night would be completely dark, and as I did not know how long their journey would last, it was better to hurry to some less unpredictable place. I continued for a few minutes until I realized that all my eyes were seeing was something meaningless and without any connection to my reality, I panicked and ran like never before. After wiping several drops of sweat from my forehead, and feeling my heart pounding in my throat, I realized that I was there, in my house, right at the starting point.
Thank you for reading.
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